Mitos de las frutas para comer más sano este verano


El verano es una época propicia para comer fruta. Estamos en plena temporada de algunas tan apetitosas como el melón, la sandía, los melocotones y las fresas. Además el calor del ambiente invita a las comidas ligeras y frescas. Por todo ello es un buen momento para repasar los mitos asociados a estos alimentos.


José Miguel Mulet, Universitat Politècnica de València


No somos gorilas

El primer mito es muy obvio. A pesar de que las frutas son una comida muy sana, que aporta muchos nutrientes y pocas calorías, tener una dieta equilibrada únicamente a base de frutas es muy complicado, por no decir imposible. De intentarlo, nos faltarían algunos nutrientes como la vitamina B12.

Es cierto que dentro del abanico de dietas vegetarianas encontramos el frutarianismo o frugivorismo, cuyos seguidores solo comen partes de la planta que no implique matarla. Combina frutas y cereales y es una dieta muy pobre que puede ocasionar riesgos para la salud.

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Además, cocinar los alimentos aumenta la biodisponibilidad de diferentes nutrientes. El antropólogo Richard Wrangham señala que la diferencia entre el hombre y el resto de animales es la capacidad de cocinar el alimento, lo que nos permite obtener mayor rendimiento y aprovecharlo mejor. Un gorila es crudivegano, pero pasa la mayor parte del tiempo comiendo y haciendo la digestión y necesita ingerir una cantidad de alimentos mucho mayor, respecto a su volumen corporal, que nosotros. En resumen: comer fruta está muy bien, pero comer solo fruta no es la mejor idea.

¿Cuándo hay que comer fruta?

Uno de los mitos más establecidos dice que la fruta antes de la comida se digiere mejor y engorda menos. Esto no es cierto del todo. El estómago digiere según le llega el alimento y le da igual el orden: todo acaba reducido a papillita para que el intestino absorba los nutrientes.

Sin embargo, este mito tiene un punto que, hilando muy fino, podría considerarse como cierto. Comer fruta al principio de la comida tiene la ventaja de que incrementa la saciedad. Si nos quitamos el hambre con la fruta, cuando llega el plato principal, tendremos menos hambre y comeremos menos.

En cualquier caso la fruta como más ayuda para perder peso no es “antes de” o “después de”, sino “en vez de”.

El melón por la noche no mata

Relacionado con lo anterior está el refrán popular de “el melón por la mañana es oro, por la tarde es plata y por la noche mata”. Vaya por delante que el saber popular a veces falla. El melón en verano está bueno a cualquier hora, y mejor cenar dos cortadas de esta fruta que pegarse un banquete pantagruélico.

El origen del mito parece estar en la Edad Media y Moderna, cuando los melones eran tan caros que estaban reservados para las élites. No había mejor símbolo de estatus que atracarse de melones. Se sospecha que el emperador de Austria Alberto II en 1358, y los papas Pablo II en 1471 y Clemente VIII en 1605, murieron después de darse un festín con melones, lo que pudo dar origen al mito. Una prueba de lo apreciados que eran es que todavía en el siglo XIX el escritor Alejandro Dumas cedió su biblioteca a la ciudad de Cavaillon, en la Provenza, a cambio de la entrega anual de doce melones hasta su muerte.

Cuidado con los zumos

La fruta a veces apetece más en zumo que en fruta, y no es lo mismo. Hay que tener en cuenta un factor. Si de postre o para merendar nos comemos una naranja, suele ser solo una. Pero si hacemos un zumo, ingerimos cuatro o cinco.

El problema con los zumos es que en la exprimidora se queda gran parte de la fibra, sobre todo la pectina o fibra soluble, que tiene efecto saciante y algunas otras propiedades. Al quitar esto, aumentamos el contenido calórico.

Vitaminas y detox

Las vitaminas del zumo, sobre todo del de naranja, se oxidan, pero poco a poco, no hace falta correr.

Tampoco existen los zumos detoxificantes, a pesar de que nos digan que acumulamos toxinas y que con una dieta a base de unos zumos muy caros las podemos eliminar. En caso de intoxicación lo que tenemos que hacer es ingresar de urgencias en un hospital para que nos hagan un lavado de estómago, una diálisis o una quelación, que son los tratamientos habituales para una intoxicación.

Es cierto que en cualquier alimento o bebida hay moléculas tóxicas, pero tenemos un riñón y un hígado que funcionan de maravilla eliminando todas las toxinas. Cada vez que orinamos hacemos un detox gratuito.

Y ya que estamos en verano, si no quiere tener problemas tóxicos ni infecciosos, preocúpese de lavar muy bien frutas y verduras, y de cocinar muy bien carnes y pescados y alimentos con huevo crudo, nata o similares, que no estén fuera de la nevera.

José Miguel Mulet, profesor titular del departamento de Biotecnología, Universitat Politècnica de València

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


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