
La adversidad en la primera infancia afecta a más de la mitad de los niños del mundo y constituye un factor de riesgo significativo para problemas cognitivos y de salud mental en etapas posteriores de la vida. En una revisión exhaustiva y actualizada de la investigación en este ámbito, investigadores de la Universidad de California, Irvine, arrojan luz sobre el profundo impacto de estas experiencias adversas en la infancia en el desarrollo cerebral y presentan nuevas vías para comprenderlas y abordarlas.
por Tom Vasich, Universidad de California, Irvine

Su estudio, publicado en Neuron , examina los mecanismos que subyacen a las consecuencias a largo plazo del estrés infantil ( adversidad ). A pesar de una extensa investigación que abarca más de siete décadas, los autores señalan que aún quedan preguntas importantes sin respuesta. Por ejemplo, ¿cómo comprenden plenamente los adultos —desde los padres hasta los investigadores— qué percibe un bebé o un niño como estresante?
Estas preguntas conceptuales, así como el uso de herramientas de investigación de vanguardia, pueden proporcionar una hoja de ruta que oriente a los expertos hacia el desarrollo de métodos innovadores y el aporte de soluciones a este acuciante problema de salud mental.
«Nuestra investigación sugiere que la imprevisibilidad del entorno temprano de un niño puede ser tan importante como las formas de adversidad más tradicionalmente reconocidas, como el abuso o la negligencia», afirmó la Dra. Tallie Z. Baram, autora principal y profesora de Pediatría Donald Bren. «Nuestra revisión tiene importantes implicaciones para la forma en que abordamos las estrategias de intervención temprana y prevención».
Ella y el coautor Matthew Birnie, investigador postdoctoral de la UC Irvine, identifican varias áreas clave para una mayor investigación:
- ¿Qué percibe el cerebro en desarrollo como estresante?
- ¿Qué aspectos del estrés influyen más significativamente en la maduración cerebral?
- ¿Qué edades del desarrollo son más vulnerables a la adversidad?
- ¿Cuáles son los mediadores moleculares de los efectos del estrés en el cerebro?
- ¿Cómo pueden las experiencias estresantes transitorias conducir a una disfunción duradera?
Un descubrimiento notable es una nueva forma de estrés en la primera infancia: la impredecible percepción sensorial de los cuidadores y del entorno. Este factor desempeña un papel fundamental en los resultados adversos del desarrollo neurológico, incluso después de controlar las conocidas experiencias adversas de la infancia, conocidas colectivamente como ACE.
La revisión destaca las limitaciones de los sistemas actuales de puntuación ACE para predecir con precisión los resultados individuales y subraya la complejidad del estrés en la primera infancia. Factores emergentes, como las características sociales y antropogénicas, como la desigualdad y la contaminación, están ganando reconocimiento como posibles contribuyentes.
Los modelos animales han sido fundamentales para desentrañar los mecanismos que subyacen a los efectos del desarrollo cerebral. Las investigaciones han revelado que diferentes tipos de estrés pueden producir resultados distintos, influenciados por la naturaleza y el momento del estrés, así como por las variaciones de especie, cepa y sexo.
A nivel molecular , el estrés en la primera infancia puede alterar sustancialmente la expresión génica neuronal mediante mecanismos epigenéticos. Estos cambios pueden provocar modificaciones a largo plazo en la respuesta cerebral a experiencias posteriores. A nivel de circuito, el estrés temprano puede interrumpir la maduración de las redes cerebrales al interferir en procesos cruciales del desarrollo, como las oscilaciones neuronales y la poda sináptica.
«Estamos comprendiendo gradualmente cómo el estrés en la infancia puede ‘reprogramar’ el cerebro a múltiples niveles, desde moléculas individuales hasta circuitos neuronales completos. Este conocimiento abre nuevas vías para intervenciones específicas», afirmó Baram.
La revisión también identifica mediadores moleculares clave de los efectos del estrés en la primera infancia, como los glucocorticoides y neuropéptidos como las hormonas liberadoras de corticotropina. Investigaciones en curso están descubriendo nuevas funciones para estas moléculas en circuitos neuronales específicos afectados por el estrés temprano.
A la luz de estos hallazgos, los investigadores proponen redefinir el estrés en los primeros años de vida como «adversidad en los primeros años de vida» para abarcar mejor las diversas experiencias que pueden afectar el desarrollo del cerebro , incluso aquellas que tradicionalmente no se perciben como estresantes.
«Esta revisión enfatiza la necesidad de una comprensión más integral de la adversidad en la primera infancia», afirmó Baram. «Al centrarnos en cómo el cerebro en desarrollo procesa y responde a estas experiencias, podemos desarrollar estrategias más eficaces para prevenir y mitigar sus efectos a largo plazo».
Los investigadores sugieren aumentar la financiación y la atención a esta área crítica de estudio, destacando su potencial para mejorar los resultados de salud mental y reducir la carga social de la adversidad en la vida temprana.
Más información: Matthew T. Birnie et al., La neurobiología en evolución del estrés en la primera infancia, Neuron (2025). DOI: 10.1016/j.neuron.2025.02.016
