Aproximadamente 30 por ciento de la población mexicana sufre ansiedad o depresión y menos de una tercera parte recibe atención médica. En algunos casos, los medicamentos prescritos tienen una reacción en el cuerpo con efectos no deseados.
Ante este panorama, alumnos de diversas carreras del Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara, unieron sus conocimientos y desarrollaron un producto obtenido de la combinación de un probiótico y un psicotrópico que ayuda al tratamiento de depresión y ansiedad.
El psicobiótico, llamado Lactobachill, se presentó en el International Genetically Engineered Machine Competition (iGEM), el certamen de biología sintética más importante del planeta, celebrado en Boston, EU, donde obtuvieron medalla de bronce.
Asimismo, por Lactobachill los alumnos recibieron el Premio Rómulo Garza otorgado por el Tec de Monterrey a estudiantes por proyectos con componentes de investigación e innovación.
De acuerdo a un comunicado de la institución académica, los jóvenes trabajaron bajo la premisa de que en el intestino existen neuronas vinculadas a nuestro cerebro.
“Estas neuronas junto con la microbiota —organismos que ayudan al cuerpo a equilibrarse— están vinculadas con la regulación de procesos neurológicos como la depresión”, explica Cristina Figueroa, integrante del equipo.
“Cuando existe una desregulación pone en alerta a todo el cuerpo y nosotros por medio de modificaciones genéticas realizamos un constructo (solución a un planteamiento teórico) que ayudará a modular esto mismo al inhibir una respuesta inflamatoria”.
Lactobachill se construyó mediante biología sintética, al modificar genéticamente un lactobacilo con propiedades psicobióticas (L. rhamnosus) que puede colonizar eficientemente el intestino.
“Este microorganismo puede usarse para inhibir las señales de las citoquinas asociadas con la desestabilización de la información sistémica y del sistema inmunológico para ayudar a la normalización del eje intestino-cerebro”, agrega Figueroa.
Así, este psicobiótico inteligente puede liberar una molécula antinflamatoria que logra bloquear la guía de señalización que después desencadenaría en depresión y ansiedad.
La parte intensiva de la investigación se llevó a cabo de marzo a noviembre de 2018; sin embargo, los alumnos señalan que el trabajo debe continuar antes de llegar a introducir el Lactobachill en el humano.
“La depresión es un problema muy grande. Es una enfermedad sistémica y eso es algo que muy pocas personas llegan a comprender”, puntualiza Fernanda Díaz, otra integrante del equipo.
Es un equipo multidisciplinario en el que convergen alumnos de Biotecnología (IBT), Mercadotecnia (LEM) y Sistemas Computacionales (ISC), lo que dio solidez a su emprendimiento y modelo de negocios.
Para la creación de Lactobachill, el equipo se conformó por Ana Cecilia Luque Vadillo, Ana Cristina Figueroa Ramírez, Andrea Zepeda Hernández, Alma Sofía de Robles Olivas, Álvaro Roberto Bautista Ayala, César Augusto Sánchez Bedía, Diana Isabel Tamayo Ramos, Diego Espinoza Serrano, Fernanda Erandi Díaz Escobar, Frida Camila Cruz Casillas, Lizette Íñiguez Ruiz, Mariano Del Toro Barbosa, y Triana Mayra Sánchez Huerta.
El proyecto fue asesorado por Carolina Senés Guerrero, profesora investigadora de la Escuela de Ingeniería y Ciencias (EIC), del área de Bioingeniería. (Agencia ID)
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