Cómo reducir la sobremedicalización de la salud mental de las mujeres


Las mujeres son más frecuentemente diagnosticadas de ansiedad y depresión que los hombres, sin que ello responda a una peor salud mental.


Andrea Cabezas, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea


Además, ante un mismo diagnóstico y un mismo número de consultas en Atención Primaria, se les prescribe más frecuentemente psicofármacos a las mujeres que a los hombres.

Que la salud mental de las mujeres sufra un proceso de medicalización no puede ser atribuido a una única causa. Convergen diferentes factores, entre ellos que en los últimos años se ha producido un crecimiento importante de la patologización de malestares cotidianos. Eso implica que gran parte del malestar emocional que sufren las mujeres derivado de su peor posición en la sociedad se cataloga como patología mental, generando a su vez una demanda de tratamiento innecesario.

Permisivos con la tristeza femenina

Por otro lado, el personal sanitario, al igual que el resto de la población, vive en una sociedad patriarcal y, por tanto, también se ve influido por los estereotipos de género y las definiciones de feminidad y masculinidad dominantes en la sociedad. En este sentido, la mayor permisibilidad social a la tristeza en mujeres y su mayor facilidad para expresar sus problemas psicosociales podrían estar relacionadas con su mayor tasa de diagnóstico de ansiedad y depresión.

Por el contrario, los hombres suelen ser más reticentes a mostrar sus sentimientos y a buscar ayuda, lo que dificulta el diagnóstico. Asimismo, las escalas de valoración que se utilizan para medir dichas patologías también podrían presentar sesgos de género, ya que suelen medir características de comportamiento catalogado como femenino, como por ejemplo el llanto, pasando por alto otros síntomas afectivos que son más frecuentes en hombres, como la agresividad.

Finalmente, en el caso de las mujeres, que frecuentan más los servicios de salud, ya sea por circunstancias relacionadas con su mayor carga de cuidados o con su propio ciclo vital, podría facilitar la detección de estas patologías y, en consecuencia, su tratamiento.

Todo ello hace que puedan estar coincidiendo un proceso de sobremedicalización de la salud mental de las mujeres y otro de inframedicalización en los hombres.

En cualquier caso, no se puede analizar a las mujeres como un grupo homogéneo. Aparte del género existen otros ejes de estratificación social, como la clase social o la edad, que interseccionan influyendo también en el proceso de medicalización. En este sentido, los resultados de nuestras investigaciones han mostrado que no solo es que las mujeres presenten mayores tasas de diagnóstico de ansiedad y depresión que los hombres. Además, aquellas de menor nivel educativo, clase social más baja o de más edad sufren con mayor intensidad la medicalización de su salud mental.

Soluciones

¿Qué se puede hacer ante este escenario? Teniendo en cuenta que las causas de la medicalización de la salud mental son diversas, resulta necesario actuar a diferentes niveles.

  • A nivel político, diseñar intervenciones dirigidas a disminuir la brecha de género en los diferentes ámbitos sociales ayudaría a la disminución de la brecha de género en salud mental.
  • Asimismo, la formación de los y las profesionales sanitarias tiene que alejarse del modelo androcéntrico, dejando de tomar como referencia al hombre extrapolando los resultados al resto de la población.
  • Por último, a nivel asistencial es preciso incorporar la perspectiva de género en el abordaje del malestar emocional y romper los estereotipos de género creados alrededor de las categorías diagnósticas, incorporando a su vez un modelo biopsicosocial que permita una visión global de la persona.

De este modo sería posible realizar un abordaje más justo y menos medicalizado de la salud mental.

Andrea Cabezas, , Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license. Read the original article.