La fortificación de las harinas con folato es obligatoria en el país desde hace una década pero en la práctica no se está cumpliendo
DICYT – Investigadores de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) y del Instituto Nacional de Salud Pública de México han analizado la fortificación con ácido fólico de alimentos básicos hechos de trigo y maíz, como son las tortillas y el pan de panadería, y encontraron que una gran proporción de mujeres en edad de procrear tienen una ingesta de ácido fólico por debajo de los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud, lo que aumenta el riesgo de defectos del tubo neural en sus hijos. El trabajo, publicado en la revista ‘American Journal of Clinical Nutrition’, es el primero de este tipo realizado en México.
En el país, la fortificación de las harinas de trigo y maíz con ácido fólico o folato se implementó en 2001 y se decretó en 2008, pero sin hacerse cumplir. Las tablas actuales de contenido de nutrientes en México no tienen en cuenta el ácido fólico en el pan de panadería y en los alimentos a base de masa de maíz, básicos en el país.
Los investigadores midieron el contenido de esta vitamina en pan de panadería y tortillas recolectadas en diversas áreas geográficas de México. Luego extrapolaron estos datos a la población en general, ajustando las tablas de ingesta de ácido fólico de la encuesta nacional de salud y nutrición de 2012. Descubrieron que la ingesta general de folato mejoró, no obstante, entre el 9 y el 32 por ciento de las niñas de 14 a 18 años y entre el 9 y el 28 por ciento de las mujeres de 19 a 39 años continuaban teniendo ingestas por debajo de los niveles recomendados por la OMS.
También encontraron que entre el 5 y el 12 por ciento de los niños de 1 a 8 años (hasta 1’9 millones de niños) corren el riesgo de ingerir esta vitamina a niveles superiores al límite máximo de ingesta tolerable específico para la edad. En los niños, los efectos de la alta exposición son desconocidos, pero en los adultos, la alta exposición se ha asociado con el riesgo de cáncer.
Aunque la fortificación de la harina ha sido obligatoria en México en la última década, los investigadores encontraron una gran variabilidad en el uso de harinas fortificadas. En las zonas rurales, es más probable que las mujeres coman tortillas y alimentos a base de maíz hechos por pequeños fabricantes con harina sin fortificar, lo que supone un mayor riesgo de ingesta insuficiente de folato.
«Nuestros hallazgos sugieren que una mayor regulación y supervisión de la fortificación de la harina de maíz y trigo pueden evitar riesgos para la salud por la sobreexposición de segmentos vulnerables de la población, así como la ingesta insuficiente de la población a la que inicialmente se dirige el programa», asegura la primera autora Manuela Orjuela, de la Universidad de Columbia.
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