Entre los factores que han incidido en el incremento de esta oferta figuran tanto el déficit y la ineficacia en la prestación de los servicios de salud por parte del Estado como la búsqueda desesperada de terapias ante enfermedades muy complejas o terminales.
Aunque la cifra pudo haber variado, hasta 2017 los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalaban que en Colombia más del 40 % de la población acudía a la medicina alternativa, a la cual están vinculados cerca de 10.000 médicos en el país.
De igual manera, “algunos usuarios del mercado no solo buscan remedios para el cuerpo y alternativas culturales y espirituales que les permitan llevar una vida con mayor sentido, sino también formas de pensamiento”, comenta Omar Alberto Garzón, quien basó en este tema su tesis de doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
Algunos de los casos identificados por el investigador en su estudio etnográfico, como pacientes con cáncer o fibromialgia, demuestran que la medicina tradicional o la homeopática, son, como él los llama, “nómadas” en sus búsquedas terapéuticas.
“En casos de enfermedades como el cáncer, en los que la condición del enfermo llega a ser terminal, la opción por los servicios del mercado de medicina tradicional y alternativa y sus terapias no convencionales es frecuentemente una salida desesperada”, comenta el investigador.
Por ejemplo está el caso de Julieta, quien a los 22 años fue diagnosticada con fibromialgia y comenzó a tomar yagé buscando atender los “dolores bajitos”, que eran los primeros síntomas de la enfermedad.
Ella le contó al investigador Garzón que le ofrecieron un tratamiento que prometía ser efectivo, pero que costaba en promedio 500.000 pesos y que consistía en la alcalinización del cuerpo y en tomar una dosis de suplementos vitamínicos, productos que aumentaban el valor del tratamiento.
Tras varias recomendaciones acudió a la acupuntura y logró aliviar su malestar: “aunque al principio no lo hice con un profesional en esta técnica, sorprendentemente duré casi tres meses sin sentir dolor. Si se hace con la persona que tiene conocimiento, obviamente va a funcionar mejor”.
Mercado extendido
Según entrevistas y el trabajo etnográfico, el investigador estableció que estos servicios se extienden a lo largo y ancho de la capital y se prestan en consultorios de centros comerciales o en viviendas familiares.
En Bogotá algunas ofertas de servicios de medicina tradicional indígena y de sobandería han ocupado durante muchos años sectores de la ciudad que ya son familiares para sus habitantes.
Por ejemplo en el pequeño mercado ambulante de San Victorino indígenas del grupo inga ofrecen remedios de origen natural y talismanes para la buena suerte en mercados que no tienen ningún tipo de regulación por parte de las autoridades sanitarias.
La medicina tradicional es todo el conjunto de conocimientos, aptitudes y prácticas basados en teorías, creencias y experiencias indígenas de las diferentes culturas, usados para mantener la salud, prevenir, diagnosticar, mejorar o tratar enfermedades físicas o mentales.
Ofertas espirituales
El investigador también identificó que, más recientemente, algunas iglesias cristianas ya no solo ofrecen la salvación del alma sino también terapias para problemas emocionales o de drogadicción en las cuales Jesucristo es la alternativa de sanación.
También encontró que de esta oferta forman parte los gurús motivacionales de la salud; las terapias de “constelaciones familiares” que trabajan sobre malestares psicológicos identificados con conflictos familiares; las terapias con médiums que se comunican con ángeles y las medicinas religiosas, cuyas prácticas incluyen “imposición de manos, grupos de oración, contacto con el sagrario, exorcismos y otras actividades”.
“Sus usuarios son de clase media, con niveles de escolaridad que pueden estar por encima de la educación media básica, y por lo general son creyentes católicos. Son empleados con ingresos básicos o superiores al salario mínimo nacional, amas de casa y desempleados con capacidad y necesidad de recibir e incorporar discursos sobre superación personal, como el medio con el cual puedan, eventualmente, sortear crisis laborales, existenciales o físicas”, cuenta el investigador.
Sobre las regulaciones que establece el mercado, el investigador señala que son limitadas: “aunque en algunos casos puede establecer regulaciones sobre el tipo de oferta y los precios a cobrar por los servicios, no ocurre lo mismo con los procedimientos terapéuticos, los cuales pueden poner en riesgo la vida de quienes acuden a ellos, razón por la cual se requiere la intervención del Estado”.
Aun así, para los usuarios estos escasos límites permiten optar por los servicios de este mercado de manera libre y sin mayores restricciones, salvo si los costos están por fuera de su presupuesto.
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