Es una iniciativa pionera de la Universidad de São Paulo que apunta a incentivar el diagnóstico precoz y a mejorar el tratamiento de estos tumores que se ubican entre los de mayor mortalidad en Brasil, pese a su baja incidencia
AGENCIA FAPESP/DICYT – El cáncer de páncreas ingresó recientemente en la lista de las estadísticas que difunde periódicamente el Instituto Nacional del Cáncer (Inca) de Brasil. Si bien no se ubica entre los tipos de neoplasias que surgen con mayor frecuencia en el país, su alta letalidad lo convierte en una de las principales causas de muerte por cáncer entre los brasileños, y su diagnóstico tardío constituye uno de los factores que confluyen para configurar esta situación.
“Lo que llama la atención es la ausencia de datos sobre esta enfermedad, y esto no solamente en Brasil sino en toda América Latina. No existen estudios sobre el cáncer de páncreas con la población brasileña porque su incidencia es baja en nuestro país si se la compara con la de otros tumores como los de mama o de pulmón. Así y todo, es el tipo que posee el mayor índice de fatalidad y mata muy rápido”, lamenta Lívia Munhoz Rodrigues, doctora en oncología por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP).
Junto con un equipo que congrega a integrantes del Instituto del Cáncer del Estado de São Paulo (Icesp), del Departamento de Medicina Legal, Bioética, Medicina Laboral y Medicina Física y Rehabilitación de la FM-USP y del Instituto D’Or de Pesquisa e Ensino (Idor), Munhoz Rodrigues realizó un estudio pionero con 192 portadores de adenocarcinoma pancreático –el tipo más común de tumor en el páncreas– atendidos en el Icesp a través del SUS (las siglas del Sistema Único de Salud, la red nacional de salud pública de Brasil). Los científicos buscaron alteraciones en 113 genes de cáncer (los llamados oncogenes, que pueden causar la enfermedad cuando sufren mutaciones o se activan de manera anormal) mediante la secuenciación del ADN genómico. Son variaciones (o PGV, las siglas en inglés de variantes germinativas patogénicas) que las personas pueden heredar de sus ascendientes.
Y descubrieron que el 6,25 % del muestreo (12 pacientes) portaba PGV en genes ya conocidos como de predisposición al cáncer de páncreas, en tanto que un 13 % (25 pacientes) correspondía a portadores de PGV en genes con limitada asociación o no asociados previamente con la enfermedad.
“No realizamos una selección del muestreo vía historial familiar de la enfermedad, y ésta es una de las diferencias de nuestro estudio. Además, fueron incluidos pacientes nacidos en casi todas las regiones de Brasil excepto del norte. Fueron 125 pacientes nacidos en el sudeste, 65 en el nordeste, cuatro en el sur y cuatro en el centro-oeste”. El muestreo incluyó a pacientes atendidos entre los años 2018 y 2022. Este trabajo salió publicado recientemente en la revista Scientific Reports y contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de dos proyectos.
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“Lo más interesante de que nuestro trabajo se haya concretado en Brasil consistió en que se evaluó a una población nunca estudiada anteriormente y se hallaron alteraciones en genes aún poco asociados al cáncer de páncreas. Quizá estén relacionados con la enfermedad, pero no podemos decirlo a ciencia cierta aún. Se hacen necesarios nuevos estudios”, adelanta Maria Aparecida Azevedo Koike Folgueira, docente del Departamento de Radiología y Oncología de la FM-USP.
La investigadora revela que entre esos genes escasamente asociados a la enfermedad hay dos sumamente interesantes que se encargan de la protección de los telómeros, los extremos de los cromosomas. “Son dos genes que pueden estar asociados al melanoma: no encontramos nada referente al cáncer de páncreas todavía. Debemos seguir profundizando.”
De acuerdo con la científica, el trabajo que se ha publicado es bastante importante. “Atravesamos una era de secuenciaciones y descubrimientos de las causas del cáncer. Una de ellas es hereditaria. Son alteraciones que heredamos y que incrementan la predisposición al cáncer. Contábamos con diversos estudios realizados en la población europea, en la estadounidense y en la asiática, pero solamente ahora hemos hecho un trabajo con una población grande y mestizada como la nuestra.”
Los estudios con poblaciones estadounidenses y europeas muestran algunas diferencias étnicas, lo que incluye una mayor prevalencia de PGV en los genes BRCA1 y BRCA2 en los pacientes judíos askenazíes. En Brasil no existen datos sobre PGV asociados al cáncer de páncreas, pero hay ejemplos de PGV asociados al cáncer de mama. Por eso es tan importante conocer a nuestra población, según sostienen las científicas.
“Como al menos un 20 % de los estudios realizados sobre el cáncer de páncreas en las poblaciones caucásicas abarca a pacientes seleccionados debido a su historial familiar, aumentan aún más las probabilidades de que los científicos encuentren variaciones en estos genes con una mayor penetrancia. En nuestro caso no seleccionamos por historial familiar, y también por ello contamos con menos pacientes con variantes patogénicas en los genes BRCA1 y BRCA2. Además, tenemos cinco pacientes en los cuales observamos variantes en una determinada familia de genes: la familia FANC. Esto no es muy común, pero es algo relevante que podemos mostrar, aunque todavía tenemos mucho que entender sobre su papel en el cáncer de páncreas”, comenta Munhoz Rodrigues.
Según las científicas, los genes de esta familia producen proteínas que efectúan la reparación del ADN. “Los genes en los que encontramos alteraciones en su mayoría codifican proteínas de reparación del ADN, una función sumamente importante”, explica Azevedo Koike Folgueira.
El grupo de investigación fue más allá y realizó también la secuenciación del exoma tumoral (un estudio en el que se analiza el perfil genético de un tumor) de seis pacientes en busca de alteraciones que pudiesen reflejar la función de dichos genes. “Efectuamos tanto la secuenciación de las células de la sangre, para ver las alteraciones heredadas, como los testeos en el tumor para investigar las alteraciones que están produciéndose y que son responsables de sea maligno. De acuerdo con las alteraciones del tumor, no fue posible confirmar que las alteraciones detectadas en la sangre eran las responsables de la enfermedad. Nos enfocamos más en la funcionalidad”, dice la profesora.
La científica muestra su preocupación con la letalidad de este tipo de tumores. “Los pacientes en su mayoría mueren. Por eso debemos detectar los tumores tempranamente. Y el descubrimiento de esas alteraciones puede ayudar en el tratamiento, ya que algunas de las mismas constituyen blancos de tratamiento. Ya existen medicamentos efectivos contra las alteraciones en los genes BRCA1 y BRCA2, por ejemplo”, añade.
Según la investigadora, de acuerdo con las directrices de la National Comprehensive Cancer Network (NCCN), de Estados Unidos, el solo hecho de que una persona tenga un cáncer de páncreas es de por sí suficiente para derivarlo al asesoramiento genético y a un test genético. En Brasil, solamente en el marco de la salud complementaria privada se ofrecen estos test: no están disponibles en el SUS. “Los estudios incluyen resonancias magnéticas o ecografías transendoscópicas [endoscopías con ultrasonido en la punta del endoscopio]. Es algo más caro que una mamografía, por ejemplo. De este modo, a nuestro juicio, faltan estudios de costo-efectividad. En otras palabras: para saber si el costo de los test para la detección precoz del cáncer de páncreas, que es elevado, es compensatorio en el sentido de que sea efectivo para la concreción del diagnóstico y del tratamiento de la enfermedad en personas de alto riesgo. Éste es uno de nuestros próximos pasos”, revela Azevedo Koike Folgueira.
Munhoz Rodrigues advierte con relación al hecho de que, de los 192 pacientes estudiados, tan solo en 37 se hallaron variantes patogénicas en algunos de los 113 genes investigados. “¿Y los otros? Bueno, no aparecieron variantes en los genes que nosotros investigamos, pero de esos pacientes los tabaquistas llegaban a la mitad y el 60 % padecía sobrepeso u obesidad. Por eso es necesario poner en valor la búsqueda de un estilo de vida más sano: es necesario que la gente entienda que hay que dejar el tabaco y moderar el consumo de alcohol. Estos factores pueden tener impacto sobre las estadísticas del cáncer de páncreas.”