
Redacción Mundo de la Salud
La dieta mediterránea es considerada uno de los patrones alimentarios más saludables a nivel mundial. Basada en el consumo elevado de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, aceite de oliva y pescado, ha demostrado reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
Fundamentos nutricionales
La riqueza de antioxidantes (polifenoles, vitamina E, carotenoides), ácidos grasos monoinsaturados y fibra dietética confiere a este modelo propiedades antiinflamatorias y cardioprotectoras. Estudios como el PREDIMED evidencian una reducción del 30% en eventos cardiovasculares mayores.
Efectos en la salud metabólica
La dieta mediterránea mejora la sensibilidad a la insulina, reduce la resistencia metabólica y disminuye los niveles de triglicéridos y LDL. Además, la microbiota intestinal se beneficia por el consumo alto de fibra y polifenoles, lo que contribuye a la prevención de obesidad.
Perspectivas actuales
El reto está en adaptar este patrón a estilos de vida modernos y entornos urbanos, donde prevalecen alimentos ultraprocesados. La investigación avanza en identificar biomarcadores nutricionales para personalizar la adherencia y el impacto en la salud.
