Juan Gómez Salgado, Universidad de Huelva; Carlos Ruiz-Frutos, Universidad de Huelva; Juan Jesús García Iglesias, Universidad de Huelva; Macarena Romero Martín, Universidad de Huelva; Regina Allande Cussó, Universidad de Sevilla, and Sara Domínguez-Salas, Universidad Loyola Andalucía
La aparición del coronavirus SARS-CoV-2 supuso un importante desafío para la salud pública. Nos enfrentamos a una nueva enfermedad de la que, poco a poco, la comunidad científica va conociendo más. La sensación de incertidumbre que provoca esta situación, incrementada por las restricciones de movilidad y de contacto social impuestas, está incidiendo perjudicialmente en diferentes esferas de la vida de las personas. En particular, en su salud mental.
Epidemias históricas, como las provocadas por la peste y el cólera, trajeron consigo escenas de pánico y miedo intenso ante el desconocimiento inicial para su correcto abordaje y por sus devastadoras consecuencias en las poblaciones afectadas. El miedo, entendido como una respuesta cognitiva a una amenaza, favorece la adaptación del ser humano ante determinados peligros, pero si se mantiene en el tiempo puede predisponer para el surgimiento de enfermedades físicas y trastornos psicológicos. También agravar patologías previas.
En el caso actual que nos ocupa, los datos advierten del impacto negativo de la pandemia en el bienestar psicológico de las personas. Se observa un aumento de los niveles de estrés, ansiedad y depresión. Además de la magnitud de las consecuencias psicológicas de la covid-19, también se ha señalado que estas se pueden prolongar en el tiempo. Se ha acuñado el término “coronafobia” para designar aquellas enfermedades mentales a largo plazo asociadas con la pandemia, y en las que predominan el miedo y la tensión emocional y social hacia la covid-19 desde el punto de vista de reacciones poco adaptativas y dañinas para quienes las sufren.
Con el fin de valorar el miedo experimentado por la ciudadanía a la covid-19 y facilitar los esfuerzos preventivos y de tratamiento posterior, un grupo de investigadores de Irán diseñó la escala Fear of Covid-19 (FCV-19), aunque esta solamente evalúa la presencia de miedo.
En España, entre otros, destaca el proyecto IMPACTCOVID-19. Su objetivo era evaluar el impacto emocional y el malestar psicológico de la población en relación a la pandemia por la covid-19 en España, considerando no solamente la presencia de miedo sino también de ansiedad.
Para ello diseñamos y validamos una nueva escala de evaluación de la presencia de Ansiedad y Miedo a Covid-19 (AMICO) en la población española. Esta herramienta se compone de 16 ítems, con una escala de respuesta que va de 0 a 10 puntos (de menor a mayor nivel de ansiedad y miedo a la enfermedad) para detectar la presencia de ansiedad y miedo.
La evaluación de la presencia de ansiedad y miedo a la covid-19 en la población española reveló una puntuación media general de 5,5 puntos, lo que indica niveles moderados.
Las mujeres se ven más afectadas por la ansiedad
En cuanto al estudio de la ansiedad y el sexo, las mujeres presentaron mayores niveles de ansiedad y miedo que los hombres. Quizá podría ser relevante considerar que las mujeres ejercen cada vez más diferentes y más complejos roles sociales, lo que podría provocar ese aumento de ansiedad. Asumir estos nuevos roles no suele ir acompañado del abandono de los roles tradicionales, como ejercer de cuidadoras de personas.
En relación a los niveles de ansiedad que presentan los participantes al estudiar la variable en función del área laboral, los resultados han mostrado que los sujetos con más ansiedad eran aquellos que trabajaban en el sector del trasporte público, así como en el sector servicios, comercio y hostelería. Los trabajadores del sector salud, los desempleados y los trabajadores del sector industrial presentaron valores más bajos.
Además, en muy corto tiempo se ha producido una cierta perturbación socioeconómica que, entre otros factores, vendría derivada de las restricciones propuestas por los gobiernos para frenar el embate de la enfermedad, y de la implantación de las medidas de contención de la pandemia. Estas están causando una recesión de la economía, produciendo cierta inestabilidad y disminución de los ingresos en muchas familias, situaciones que serían identificadas como factores de riesgo para padecer ansiedad durante la pandemia y en presumible periodo pospandemia.
Asimismo, parece que el nivel de formación podría ser considerado también como un factor protector, dado que la muestra del estudio mostró valores más bajos de ansiedad y miedo entre los sujetos con un mayor grado de formación académica.
Así pues, se puede considerar que la pandemia por la covid-19 es actualmente una emergencia de salud pública que representa un gran desafío para la salud mental de la población afectada, ya que ésta ha modificado de manera abrupta la forma de vivir, trabajar y relacionarse, comprometiendo no solamente la salud física de las personas sino también el resto de esferas de los individuos.
Juan Gómez Salgado, Profesor de Salud Laboral del Departamento de Sociología, Trabajo Social y Salud Pública, Universidad de Huelva; Carlos Ruiz-Frutos, Profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Huelva; Juan Jesús García Iglesias, Profesor del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Huelva; Macarena Romero Martín, Enfermería, Universidad de Huelva; Regina Allande Cussó, Profesora Asociada en el Dpto. de Enfermería, Universidad de Sevilla, and Sara Domínguez-Salas, Profesora Ayudante Doctora, Dpto. de Psicología., Universidad Loyola Andalucía
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