El Congo se enfrenta a la peor epidemia de ébola de su historia


Kinshasa, 10 nov (EFE).- El brote de ébola declarado el pasado 1 de agosto en las provincias de Ituri y Kivu del Norte, en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), se convirtió hoy en el peor de la historia del país africano, que no en el más letal, con una cifra récord de 319 contagios.


“La epidemia de Kivu del Norte e Ituri es la más grave de toda la historia de la RDC”, confirmó hoy el ministro de Sanidad congoleño, Oly Ilunga, en un comunicado, “acaba de superar (en el número de casos) a la primera epidemia registrada en 1976 en Yambuku, en la provincia de Ecuador”.

Hasta ahora, el brote en Yambuku, a raíz del que se descubrió esta enfermedad bautizada justamente en honor al río congoleño Ébola, era no solo el más mortal del país, con 280 muertes, sino también el que contaba con el mayor número de casos.

La epidemia actual, con 198 muertes probables -163 de ellas confirmadas en laboratorio- constituye la tercera más mortífera del país, según las cifras difundidas hoy por el Ministerio de Sanidad congoleño a fecha de 8 de noviembre.

Solo es superada en el número de víctimas mortales -del total de diez brotes registrados en la historia de la RDC- por el primero de 1976 y el tercero declarado en 1995 en la ciudad de Kikwit, en el que perecieron 250 personas.

“Ninguna otra epidemia en el mundo ha sido tan compleja como la que estamos experimentando actualmente”, afirmó Oly Ilunga, al recordar el fuerte rechazo social, las amenazas y las agresiones a los que habitualmente se enfrentan los equipos médicos y humanitarios desplegados en la zona.

A esta resistencia por cierta parte de la población a ser tratada contra el ébola -debido al desconocimiento, el miedo provocado ante una enfermedad que puede llegar a ser mortal y las creencias culturales- se suma la inestabilidad imperante en estas regiones del noreste del Congo.

“El ébola es una enfermedad aterradora. Se requieren importantes esfuerzos para mejorar la confianza de las comunidades locales, especialmente en Beni”, epicentro de una segunda oleada de este virus y donde se repiten episodios de violencia, según fuentes de Médicos Sin Fronteras (MSF).

“Esta falta de confianza es comprensiblemente más exacerbada en un contexto que padece conflictos de violencia desde hace años y donde la desconfianza de la población hacia las autoridades está profundamente arraigada”, señala MSF.

Se trata de la primera vez que una epidemia de ébola tiene como epicentro una zona en conflicto donde operan un centenar de grupos armados, lo que provoca el desplazamiento continuo de cientos de miles de personas que podrían haber estado en contacto con el virus.

La inseguridad complica y limita el trabajo del personal sanitario, quienes, al realizar entierros seguros, han llegado a sufrir ataques, o incluso a ser secuestrados por grupos rebeldes, como les sucedió a principios de mes a tres agentes de protección civil y un epidemiólogo en la localidad de Matembo.

En un intento por combatir este rechazo, entidades sobre el terreno como MSF o Unicef cuentan con supervivientes del ébola dentro de sus equipos de sensibilización, quienes se dirigen a los enfermos como a un igual y les demuestran que se puede ganar al ébola si se es tratado a tiempo.

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, confirmó esta semana tras una visita a la zona afectada, que “el fin de la enfermedad aún está lejos”, y calificó de “realmente encomiables” los esfuerzos realizados por voluntarios y personal médico sobre el terreno.

Por su parte, el pasado 30 de octubre, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución expresando su preocupación y pidiendo el cese de los combates para facilitar la pronta erradicación de la enfermedad.

Desde el pasado 8 de agosto, fecha en la que las autoridades dieron comienzo a la campaña de vacunación, más de 27.832 personas han sido inoculadas, en su mayoría, en las ciudades de Mabalako, Beni, Mandima, Katwa y Butembo. EFE


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