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Ejercicios aeróbicos nocturnos les aportan más beneficios que los matinales a los ancianos hipertensos


Los datos de un estudio muestran que solamente el entrenamiento por las noches reguló la denominada sensibilidad barorrefleja, un mecanismo que compensa los cambios bruscos de la presión arterial


AGENCIA FAPESP/DICYT – La práctica de ejercicios aeróbicos durante el período nocturno aportó más beneficios en la regulación de la presión arterial de ancianos hipertensos que los entrenamientos realizados por la mañana. En el marco de un estudio llevado a cabo en la Escuela de Educación Física y Deporte de la Universidad de São Paulo (EEFE-USP), en Brasil, se detectó que el motivo de ello está relacionado con la mejor regulación de un mecanismo que compensa los cambios bruscos de la presión arterial conocido como sensibilidad barorrefleja.

“Existen múltiples mecanismos para regular la presión arterial y, si bien el entrenamiento matinal aportó sus beneficios, solamente la ejercitación nocturna generó avances en el control de la presión arterial de corto plazo, al mejorar la sensibilidad barorrefleja. Esto es importante, pues aparte de que el control barorreflejo desencadena efectos positivos en el control de la presión arterial, no existe un medicamento disponible para la modulación de este mecanismo”, comenta Leandro Campos de Brito, autor del estudio publicado en el The Journal of Physiology. Este trabajo es fruto del proyecto posdoctoral de Campos de Brito, apoyado por la FAPESP y supervisado por la profesora de la EEFE-USP Cláudia Lúcia de Moraes Forjaz.

En el experimento, 23 pacientes diagnosticados y medicados contra la hipertensión quedaron divididos en dos grupos: uno de entrenamiento matutino y otro nocturno. Durante diez semanas, ambos grupos realizaron entrenamientos de 45 minutos en bicicletas ergométricas a una intensidad moderada tres veces por semana. Se analizaron parámetros cardiovasculares importantes tales como las presiones arteriales sistólica y diastólica (la presión sanguínea en los vasos) y la frecuencia cardíaca (los latidos del corazón) al cabo de diez minutos de reposo. Los datos se recabaron antes y al menos tres días después de que los voluntarios culminasen las diez semanas de entrenamiento.

Asimismo, los investigadores monitorearon los mecanismos del sistema nervioso autónomo –que funciona en modo involuntario controlando los latidos cardíacos y la presión arterial, por ejemplo–, como la actividad nerviosa simpática muscular (que regula el flujo sanguíneo periférico mediante la contracción o la relajación de los vasos en el tejido muscular) y la sensibilidad barorrefleja simpática (la evaluación del control de la presión arterial a través de alteraciones de la actividad simpática muscular).

Quienes entrenaron por las noches exhibieron una mejoría en los cuatro apartados que se analizaron: la presión arterial sistólica, la presión arterial diastólica, la sensibilidad barorrefleja simpática y la actividad nerviosa simpática muscular. En tanto, quienes entrenaron por las mañanas no experimentaron una reducción de la actividad nerviosa simpática muscular, ni tampoco se verificó en estos pacientes una mejoría de la presión arterial sistólica ni en la sensibilidad barorrefleja simpática.

“El entrenamiento nocturno fue más efectivo para generar una mejoría autonómica cardiovascular y una disminución de la presión arterial. Esto puede explicarse parcialmente debido a la mejoría de la sensibilidad barorrefleja y por la reducción de la actividad nerviosa simpática muscular, que fueron mayores durante la noche. Por ahora, sabemos únicamente que el control barorreflejo define –al menos desde el punto de vista cardiovascular– que los entrenamientos nocturnos son más beneficiosos que los matutinos, pues desencadena los restantes beneficios analizados. Así y todo, aún debemos avanzar mucho en esta comprensión”, explica Campos de Brito, quien actualmente es docente del Oregon Institute of Occupational Health Sciences, de la Oregon Health & Science University, en Estados Unidos, y sigue investigando el tema en el marco de estudios sobre el ritmo circadiano.

El investigador remarca que el control barorreflejo efectúa la regulación con cada latido cardíaco y controla la actividad autónoma del organismo. “Es un mecanismo que está supeditado a la acción de fibras sensibles, a las deformaciones de las paredes de las arterias que se ubican en lugares específicos como el arco aórtico y el cuerpo carotídeo. De este modo, cuando la presión se reduce, esta área envía una información al sector del cerebro que controla el sistema nervioso autónomo, que a su vez manda una información de regreso al corazón para que lata más rápido y a las arterias para que se contraigan más fuertemente. En caso de que la presión aumente, manda la información para que el corazón lata en forma más débil y a las arterias para que se contraigan menos, modulando así la presión arterial latido por latido”, explica.

En un estudio anterior, el grupo de investigadores de la USP demostró que el entrenamiento aeróbico realizado por las noches induce una mayor disminución de la presión arterial que el entrenamiento matutino en varones hipertensos (lea más en: agencia.fapesp.br/34205). En otro trabajo, la respuesta más efectiva de la ejercitación nocturna en la disminución de la presión arterial también estuvo acompañada por una mayor disminución de la resistencia vascular sistémica y de la variabilidad de la presión arterial sistólica (lea más en: agencia.fapesp.br/37455).

“La replicación de los resultados obtenidos en estudios anteriores y entre distintos grupos de pacientes con hipertensión, asociada al empleo de técnicas más precisas tendientes a evaluar los principales desenlaces, fortalece nuestra comprensión de un mayor beneficio autonómico de los ejercicios aeróbicos realizados por las noches entre pacientes con hipertensión. Esto puede ser particularmente importante para los individuos resistentes al tratamiento medicamentoso”, dice Campos de Brito.