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No saber qué esperar puede hacer que el dolor empeore


Cuando tocamos accidentalmente algo familiar, como una sartén caliente, nuestro cerebro ya sabe qué sensación esperar y cuánto podría doler. Pero si tuvieras los ojos vendados y no supieras que estás tocando una sartén caliente, sentirías un dolor más intenso, incluso si la sartén no estuviera lo suficientemente caliente como para hacerte daño. Un nuevo estudio del Departamento de Medicina Clínica de la Universidad de Aarhus demuestra que no saber qué esperar cambia la forma en que el cerebro interpreta el dolor, haciéndolo más doloroso incluso cuando no hay peligro real.


por la Universidad de Aarhus


En el estudio publicado en Science Advances , los investigadores diseñaron un experimento en el que los participantes predijeron si sentirían calor o frío en el antebrazo. Sin embargo, en ocasiones, se exponían a estímulos de calor y frío simultáneamente, lo que desencadenaba una sensación de ardor —un fenómeno desconcertante conocido como la ilusión de la parrilla térmica—, explica la profesora asociada Francesca Fardo, de la Universidad de Aarhus.

Investigaciones previas han demostrado que nuestras expectativas influyen en cómo experimentamos el dolor. En este estudio, queríamos averiguar si la incertidumbre en dichas expectativas, o la falta de una predicción clara del cerebro, también podría aumentar el dolor. Aprovechando el curioso caso de la ilusión de la parrilla térmica, pudimos demostrar que, incluso cuando no ocurre nada perjudicial, la incertidumbre sobre qué esperar nos provoca un nivel de dolor bastante alto.

Puede cambiar la forma en que manejamos el dolor

En el estudio, los investigadores combinaron imágenes cerebrales sofisticadas con modelos computacionales en 300 participantes. Esto les permitió observar cómo las respuestas a la incertidumbre se vinculan con partes específicas de nuestro cerebro.

Nuestros resultados muestran que la incertidumbre , y no solo la expectativa , influye significativamente en el dolor. Investigaciones previas sobre los efectos placebo y nocebo han demostrado que esperar alivio puede reducir el dolor, mientras que esperar daño puede empeorarlo. Nuestros hallazgos añaden un nuevo factor: cuando el cerebro no está seguro de qué esperar y se encuentra con señales ambiguas, se inclina por la precaución, intensificando el dolor más allá de lo necesario, explica Fardo.

Y eso puede influir en cómo tratamos a los pacientes con dolor y ansiedad.

«A corto plazo, estos hallazgos podrían ayudar a los científicos del dolor a comprender mejor cómo funcionan estos procesos y también podrían ayudar a orientar a los profesionales de la salud para adaptar mejor las estrategias de manejo del dolor, por ejemplo, brindando información más clara o estableciendo expectativas precisas, para que los pacientes se sientan menos inseguros sobre lo que viene», afirma.

Fardo ahora pretende repetir el estudio en personas con dolor crónico e investigar si los factores psicológicos como la depresión y la ansiedad también juegan un papel en cómo percibimos el dolor.

Más información: Jesper Fischer Ehmsen et al., La codificación predictiva termosensorial sustenta una ilusión de dolor, Science Advances (2025). DOI: 10.1126/sciadv.adq0261