Un estudio publicado en la revista ‘Molecular Nutrition and Food Research’ aporta nuevas evidencias para una mejor comprensión de los mecanismos biológicos relacionados con el impacto de la dieta sobre la salud cognitiva
UB/DICYT Las personas mayores que siguen las pautas de la dieta mediterránea tienen menos riesgo de sufrir deterioro cognitivo, según un estudio publicado en la revista Molecular Nutrition and Food Research. El trabajo aporta nuevas evidencias para una mejor comprensión de los mecanismos biológicos relacionados con el impacto de la dieta sobre la salud cognitiva en la población que envejece.
Dirige el estudio Mireia Urpí-Sardá, profesora agregada del Grupo de Investigación de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación, el Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria (INSA-UB), el Campus de la Alimentación de Torribera de la Universidad de Barcelona (UB) y del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES).
Este estudio europeo, enmarcado en la Iniciativa de Programación Conjunta «Una dieta sana para una vida sana» (JPI HDHL), se ha desarrollado durante doce años y ha contado con la participación de 840 personas de más de 65 años (el 65 % de ellos, mujeres) de las regiones de Burdeos y Dijon (Francia).
Dieta saludable y rendimiento cognitivo
Tal como explica Cristina Andrés-Lacueva, catedrática de la UB y jefa de grupo del CIBERFES, «en el marco del estudio se ha diseñado un índice metabolómico dietético —basado en biomarcadores obtenidos del suero de los participantes— sobre los grupos de alimentos que forman parte de la dieta mediterránea. Una vez conocido este índice metabolómico, se evalúa su asociación con el deterioro cognitivo».
En el trabajo, se eligieron como biomarcadores los niveles de referencia de ácidos grasos saturados e insaturados, los metabolitos de polifenoles derivados de la microbiota intestinal y otros fitoquímicos presentes en el suero que reflejan la biodisponibilidad individual de cada persona. Algunos de estos indicadores no solo han sido reconocidos como marcadores de exposición de los principales grupos de alimentos de la dieta mediterránea, sino que además se les ha responsabilizado de los efectos beneficiosos en la salud de dicho patrón dietético.
El metaboloma o conjunto de metabolitos —relacionados con los alimentos y derivados de la actividad de la microbiota intestinal— se estudiaron a través de análisis metabolómicos cuantitativos a gran escala a partir del suero de los participantes sin demencia desde el inicio del estudio. El deterioro cognitivo se evaluó por medio de cinco pruebas neuropsicológicas durante doce años.
Como resultado, el estudio revela una asociación protectora entre la puntuación de la dieta mediterránea basada en biomarcadores séricos y el deterioro cognitivo en personas mayores.
Biomarcadores para estudiar los beneficios de la dieta
Según la catedrática Mercè Pallàs, de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación y del Instituto de Neurociencias de la UB (UBneuro), «el uso de los índices de patrones dietéticos basados en biomarcadores de ingesta de alimentos supone un paso adelante hacia el uso de metodologías de evaluación dietética más precisas, objetivas y en las que se tengan en cuenta factores tan importantes como la biodisponibilidad».
La experta Alba Tor-Roca, primera firmante del estudio e investigadora CIBERFES en la Universidad de Barcelona, detalla que «constatamos que una adherencia a la dieta mediterránea evaluada por un panel de biomarcadores dietéticos se asocia inversamente con el deterioro cognitivo a largo plazo en las personas mayores. Este resultado apoya el uso de estos indicadores en evaluaciones de seguimiento prolongado para observar los beneficios para la salud asociados a la dieta mediterránea u otros patrones dietéticos y así guiar el asesoramiento personalizado en edades avanzadas».
El trabajo se ha llevado a cabo con la colaboración de equipos del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la Facultad de Biología y del Departamento de Farmacología, Toxicología y Química Terapéutica de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la UB. También han participado equipos de la Universidad de Burdeos y el centro INRAE de la Universidad Clermont-Ferrand (Francia), el King’s College London (Reino Unido), la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos) y la Universidad Privada de Medicina Parcels en Salzburgo (Austria).