Se trató del primer estudio que demuestra los efectos de la hipertensión en la mecánica pulmonar. Los resultados indican que la práctica regular de ejercicios físicos dota de una protección parcial a los pulmones
AGENCIA FAPESP/DICYT – La hipertensión arterial provoca el espesamiento de los vasos sanguíneos, lo que favorece el endurecimiento de las arterias (arteriosclerosis). Un estudio a cargo de investigadores brasileños demostró por primera vez que un fenómeno similar sucede en los pulmones. La presión alta deja a los bronquios pulmonares más endurecidos (resistencia de las vías aéreas), lo que redunda en un deterioro de la capacidad respiratoria.
En el referido estudio, realizado con 731 personas ancianas hipertensas y no hipertensas, se investigaron los efectos de la hipertensión en la mecánica pulmonar, es decir, dónde y de qué manera la presión arterial estaba causando un deterioro del funcionamiento de los pulmones. Los resultados se publicaron en la revista Advances in Respiratory Medicine.
“En el análisis observamos también que aquellas personas que practicaban actividad física regularmente parecían gozar de una protección parcial contra el endurecimiento de los bronquios”, informa Rodolfo de Paula Vieira, coautor del artículo y coordinador del Laboratorio de Inmunología Pulmonar y del Ejercicio, con sede en el Instituto de Ciencia y Tecnología de la Universidad Federal de São Paulo (ICT-Unifesp), en la localidad de São José dos Campos.
En su trabajo, que contó con el apoyo de la FAPESP, aparte de pruebas de espirometría para verificar la función respiratoria de los individuos, los investigadores cotejaron la mecánica pulmonar de los voluntarios mediante pruebas de oscilometría de impulso, una técnica con la cual se evalúa la mecánica respiratoria de la zona central y periférica de los pulmones a través de ondas sonoras superpuestas a la respiración normal.
La fuerza global de los voluntarios se evaluó de acuerdo con la presión de las manos y la fuerza de los músculos respiratorios debido a la presión inspiratoria y de exhalación máxima. También se les aplicaron cuestionarios para evaluar la intensidad y la frecuencia de la práctica de actividades físicas, aparte de cuestiones asociadas a su calidad de vida.
Según De Paula Vieira, este hallazgo pone de relieve la necesidad de realizar la evaluación respiratoria de las personas con hipertensión, un mal que acomete a alrededor de 1.000 millones de personas en el mundo. “Se sabía que la hipertensión tiene efectos sobre la función pulmonar, pero no estaba claro qué mecanismo llevaba a ese deterioro. Con los resultados de este estudio, se vuelve evidente que al diagnosticar a los pacientes con hipertensión arterial los médicos deben derivarlos al neumólogo para verificar la función y la mecánica pulmonar, especialmente si se trata personas de más edad. También se hace necesario aconsejarlos sobre la importancia de llevar un estilo de vida activo para evitar la pérdida de la función pulmonar inducida por la hipertensión”, le dice el investigador a Agência FAPESP.
Estudios anteriores ya habían demostrado que la función pulmonar se encuentra íntimamente relacionada con la aptitud de los pulmones para expandirse y regresar a su estado anterior –lo que los médicos y los científicos denominan elastancia y resistencia–, que apareció más alterada en los ancianos hipertensos.
“Las alteraciones en la mecánica pulmonar son esperables como resultado natural del proceso de envejecimiento, pero lo que el estudio muestra básicamente es que la hipertensión arterial acelera el proceso de endurecimiento de los bronquios y que la actividad física previene parcialmente este proceso”, comenta.
“Esto es sumamente importante, pues cuanto más enrigidecidos estén los bronquios, más difícil resulta que el aire entre y salga de los pulmones. A largo plazo, este proceso de endurecimiento acelerado de los bronquios resultará en una mayor dificultad respiratoria de los ancianos. Y lo peor es que se trata de un ciclo: con la menor oxigenación, se acelera aún más el proceso de envejecimiento general del organismo”, advierte.
Y las consecuencias, según remarca el investigador, no terminan por ahí. “Al acelerarse el envejecimiento, se eleva el riesgo de padecer cáncer, enfermedades crónicas no transmisibles tales como diabetes, infarto agudo de miocardio y trombosis. Esto es solamente para demostrar la importancia de que el tratamiento contra la hipertensión incluya los cuidados pulmonares”, subraya.
Ejercicios para el corazón y los pulmones
En otro estudio, aún no publicado y realizado por el mismo grupo de científicos, se analizó la relación entre la práctica de ejercicios físicos y la protección contra el proceso de endurecimiento de los vasos sanguíneos y los bronquios provocado por la hipertensión. En dicho trabajo se investigó en 150 ancianos (un grupo distinto de voluntarios) en qué medida el grado de rigidez podría afectar la circulación de la sangre y la formación de aneurismas y trombosis (hemodinámica).
Los voluntarios se sometieron a un protocolo de entrenamiento físico tres veces por semana durante tres meses. “Los ejercicios físicos atenuaron casi un 100 % esas alteraciones cardiovasculares. Esto prueba una vez más que la actividad física debe formar parte de la vida de los ancianos. No existe envejecimiento sano con sedentarismo”, puntualiza el investigador.