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Las experiencias traumáticas y la genética pueden aumentar el riesgo de endometriosis, según un nuevo estudio


La endometriosis es una enfermedad inflamatoria crónica y sistémica en la que el tejido endometrial crece fuera del útero. El síntoma más común es un dolor pélvico debilitante antes y durante la menstruación o durante el coito. También puede causar infertilidad y problemas digestivos como deposiciones dolorosas, entre muchos otros síntomas. A nivel mundial, afecta a un asombroso 10-15 % de las mujeres en edad reproductiva: alrededor de 190 millones de personas.


Dora Koller, Universitat de Barcelona and Renato Polimanti, Yale University


A pesar de su prevalencia, los investigadores aún no han encontrado una causa definitiva para la endometriosis. Sin embargo, nuestro reciente estudio se suma a un creciente conjunto de pruebas que sugieren que la salud mental puede contribuir a un mayor riesgo.

Nuestro trabajo, publicado en JAMA Psychiatry en febrero de 2025, revela que las mujeres con endometriosis han sufrido experiencias traumáticas y eventos estresantes, tanto en la infancia como en la edad adulta, en una tasa más alta que aquellas sin la enfermedad.

Basamos nuestra investigación en la información clínica y genética disponible de casi 250 000 mujeres participantes inscritas en el UK Biobank, que incluía a más de 8 000 pacientes con esta afección. Combinamos esta información con datos genéticos del Proyecto FinnGen y varias otras cohortes: un total de más de 500 000 mujeres y más de 30 000 casos de endometriosis.

Diferentes tipos de trauma

En los datos del Biobanco del Reino Unido, encontramos que las pacientes con endometriosis eran más propensas a reportar haber sufrido una agresión sexual en la edad adulta, haber recibido un diagnóstico potencialmente mortal o haber presenciado una muerte súbita. Cuando agrupamos los eventos traumáticos en categorías, encontramos que la endometriosis estaba asociada con una mayor probabilidad de experimentar trauma por contacto, maltrato infantil, trauma no interpersonal y trauma sin contacto.

Además, nuestro análisis encontró agrupaciones claras basadas en patrones de experiencias traumáticas. Un porcentaje más alto de mujeres con endometriosis se agruparon en categorías basadas en trauma emocional/físico (8 %) y trauma sexual (5 %) en comparación con las mujeres sin la enfermedad (5 % y 4 %, respectivamente).

Las mujeres sin endometriosis eran más propensas a ser colocadas en el grupo sin trauma (24 %) en comparación con las que tenían la afección (20 %).

La endometriosis también estaba genéticamente relacionada con el trastorno de estrés postraumático y el maltrato infantil. Otros rasgos relacionados con el trauma y las estimaciones observadas fueron consistentes en cohortes con diferentes características.

Curiosamente, descubrimos que los eventos traumáticos y los factores genéticos pueden contribuir de forma independiente al riesgo de desarrollar endometriosis, es decir, de maneras distintas y potencialmente agravantes.

Trauma y salud física

Un número creciente de estudios destaca el hecho de que la endometriosis es sistémica, lo que significa que no se limita a una zona y afecta a los sistemas biológicos fuera de los órganos reproductivos. De hecho, el trauma está relacionado con una serie de afecciones de salud, como el cáncer y las enfermedades cardíacas.

Aunque hasta la fecha pocos estudios han informado de asociaciones entre eventos traumáticos y endometriosis, se han realizado algunas investigaciones sobre los diferentes tipos de trauma y mecanismos biológicos que sustentan la relación.

Varias dinámicas podrían explicar esa vinculación. Por ejemplo, las respuestas al estrés ante experiencias traumáticas pueden desencadenar inflamación en el cuerpo, lo que contribuye al desarrollo de la endometriosis.

El trauma también puede alterar el equilibrio hormonal, especialmente al aumentar las hormonas del estrés como el cortisol. Estos cambios hormonales podrían empeorar los síntomas de la endometriosis o influir en su desarrollo al afectar los niveles de estrógenos.

El trauma también puede tener efectos a largo plazo en la epigenética, influyendo en las respuestas inmunitarias, la inflamación y la regulación hormonal, todo lo cual podría contribuir al desarrollo o empeoramiento de la enfermedad.

Atención informada sobre el trauma

La interacción entre el trauma y la endometriosis pone de relieve la importancia de evaluar tanto la salud física como la mental de las pacientes afectadas. Esto puede ayudar a proporcionar un tratamiento más completo y eficaz.

La atención informada sobre el trauma es un enfoque de la atención sanitaria que apoya y reconoce el impacto que ese tipo de acontecimientos tienen en las personas. Se centra en crear un entorno de seguridad, confianza y empoderamiento para las personas que han sufrido un trauma, entendiendo que este puede afectar a su forma de interactuar con los servicios o de responder a la atención.

Esta aproximación es especialmente importante en ginecología, donde los exámenes a menudo involucran áreas sensibles del cuerpo. Para las personas que han sufrido un trauma, especialmente sexual o físico, el examen ginecológico puede ser una experiencia potencialmente retraumatizante que las desalienta a buscar atención en el futuro.

Tal circunstancia puede incluso retrasar aún más el diagnóstico y el tratamiento, que ya es un proceso largo para las pacientes con endometriosis. A menudo se enfrentan a un retraso de entre 4 y 11 años antes de recibir la atención adecuada.

Nuestro estudio amplía las pruebas que respaldan el importante papel de la salud mental en la naturaleza sistémica de la endometriosis. En particular, nuestros esfuerzos por analizar el impacto de los acontecimientos traumáticos abren nuevas vías para comprender cómo los factores de riesgo psiquiátricos pueden conducir a resultados clínicos negativos en las mujeres.

Dora Koller, Postdoctoral Researcher in Women’s Health, Universitat de Barcelona and Renato Polimanti, Associate Professor of Psychiatry, of Chronic Disease Epidemiology, and of Biomedical Informatics and Data Science, Yale University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.