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Un estudio sobre una enfermedad rara descubre el impacto de la amígdala en la generosidad y los vínculos sociales


¿Existen áreas del cerebro que regulan el comportamiento prosocial y altruista? Junto con colegas de las universidades de Lausana, Utrecht y Ciudad del Cabo, investigadores de la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf (HHU) han estudiado a un grupo muy especial de pacientes y han establecido que la amígdala basolateral (parte del sistema límbico) desempeña un papel importante en este proceso.


por la Universidad Heinrich-Heine de Düsseldorf


¿Cómo regula nuestro cerebro la generosidad?
El gráfico muestra cuánto dinero compartieron durante el juego los participantes del grupo de control (azul) y los participantes con enfermedad de Urbach-Wiethe (rojo), según la distancia social con el destinatario (eje horizontal). (Fig.: HHU/Tobias Kalenscher). Crédito: HHU/Tobias Kalenscher

En la revista Proceedings of the National Academy of Sciences , los investigadores describen cómo esta región calibra el comportamiento social.

La conducta prosocial, es decir, ayudar a los demás, es fundamental en la interacción humana. Sin embargo, los mecanismos neuronales que determinan esta conducta en diferentes constelaciones sociales aún no se comprenden del todo, por lo que la pregunta persiste: ¿cómo cambia la conducta prosocial en función de la importancia emocional que los responsables de la toma de decisiones tengan entre sí?

Investigar esto objetivamente no es tarea fácil. Sin embargo, en Sudáfrica se presentó un entorno de investigación especial. El profesor Dr. Tobias Kalenscher, jefe del equipo de investigación de Psicología Comparada de la HHU y autor principal del estudio, explica: «Fue una oportunidad única trabajar in situ con un grupo de pacientes que padecen la extremadamente rara enfermedad de Urbach-Wiethe».

Esta enfermedad causa daño selectivo a la amígdala basolateral (ABL) sin afectar otras áreas del cerebro. La vida emocional y el comportamiento social de los sujetos con Urbach-Wiethe difieren. Sobre todo, les resulta difícil reconocer el significado emocional de las expresiones faciales. Se conocen menos de 150 casos en todo el mundo, pero un grupo más numeroso de sujetos con Urbach-Wiethe vive en Namaqualand, en el norte de Sudáfrica.

«Estos pacientes representan un entorno experimental casi natural para preguntas sobre la conducta prosocial», añade el profesor Kalenscher. «En el caso de estos individuos, se ven afectadas precisamente las áreas del cerebro que se cree que desempeñan un papel clave en la conducta compasiva hacia los demás».

Investigadores de Alemania, Países Bajos, Suiza y Sudáfrica realizaron los llamados «juegos del dictador» con los participantes del estudio, una constelación especial de la teoría de juegos en la que se les pide que distribuyan sumas de dinero. Los participantes podían decidir cuánto dinero querían compartir con otras personas: amigos cercanos, conocidos, vecinos o desconocidos.

Luca M. Lüpken, coautor del estudio e investigador doctoral en la HHU, explica: «Los resultados fueron claros: las personas con daño en la BLA eran tan generosas con sus allegados como los participantes sanos del grupo de control. Sin embargo, en cuanto a las personas con las que tenían una conexión emocional más débil, eran notablemente más egoístas».

Por lo tanto, los autores del estudio concluyen que la BLA no es fundamentalmente necesaria para el altruismo, sino que ayuda a regular el grado de generosidad en función de la distancia social entre las personas. Si falta esta calibración, predomina la tendencia natural a priorizar el bienestar personal sobre el de los demás, lo que significa que las personas afectadas tienden a actuar de forma más egoísta. Solo un fuerte vínculo emocional, como el que se establece entre mejores amigos, genera mayor generosidad.

Lüpken añade: «Nuestro estudio muestra que la amígdala generalmente no promueve ni inhibe el comportamiento prosocial , sino que regula cuándo y en qué medida actuamos de manera prosocial».

Estos hallazgos explican los fundamentos biológicos del comportamiento social humano. También pueden ser importantes para comprender mejor otras afecciones, como el autismo o la psicopatía, en las que las decisiones sociales suelen ser diferentes a las de las personas sanas.

El profesor Kalenscher sitúa los hallazgos en un contexto más amplio: «Las decisiones sociales no solo están condicionadas por nuestra crianza o cultura. De hecho, también están profundamente arraigadas en los mecanismos de nuestro cerebro. En el futuro, podría ser posible desarrollar terapias dirigidas para ayudar a las personas con problemas de conducta social a regular mejor sus procesos de toma de decisiones».

Más información: Kalenscher, Tobias, Descuento social más pronunciado tras daño a la amígdala basolateral humana, Actas de la Academia Nacional de Ciencias (2025). DOI: 10.1073/pnas.2500692122