
Durante décadas, el intestino fue considerado únicamente un órgano de digestión y absorción de nutrientes. Sin embargo, la ciencia moderna ha revelado que en su interior habita una comunidad microbiana de miles de especies de bacterias, virus y hongos conocida como microbiota intestinal, que cumple funciones cruciales para la salud. Entre los descubrimientos más fascinantes de los últimos años se encuentra su relación con el cerebro y la salud mental a través del llamado eje intestino-cerebro.
Redacción Mundo de la Salud
¿Qué es la microbiota intestinal?
La microbiota intestinal está compuesta por alrededor de 100 billones de microorganismos, lo que equivale a diez veces más células que las presentes en el cuerpo humano. Su composición depende de factores como el nacimiento (parto natural o cesárea), la dieta, el uso de antibióticos, el entorno y la edad.
Se estima que existen más de 1.000 especies bacterianas en el intestino, con predominio de los géneros Firmicutes y Bacteroidetes. Esta diversidad cumple funciones esenciales: fermentación de fibras, producción de vitaminas (K y B12), regulación del sistema inmune y defensa frente a patógenos.
El eje intestino-cerebro
El intestino y el cerebro se comunican de manera bidireccional a través de vías nerviosas, hormonales e inmunológicas. El nervio vago, la liberación de neurotransmisores y metabolitos microbianos como los ácidos grasos de cadena corta (AGCC) son mediadores clave.
Estudios recientes muestran que la microbiota puede influir en la producción de serotonina, dopamina y GABA, neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo, la ansiedad y la cognición. De hecho, alrededor del 90 % de la serotonina del organismo se sintetiza en el intestino.
Microbiota y salud mental
Las alteraciones en la composición de la microbiota, conocidas como disbiosis, se han asociado con diversas condiciones de salud mental:
- Depresión: pacientes con depresión mayor presentan menor diversidad microbiana y alteraciones en especies productoras de AGCC.
- Ansiedad: cambios en la microbiota pueden modificar la reactividad del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, aumentando la respuesta al estrés.
- Trastornos del espectro autista (TEA): investigaciones sugieren que una microbiota alterada influye en síntomas gastrointestinales y de comportamiento.
- Enfermedad de Alzheimer: estudios en modelos animales relacionan la disbiosis con inflamación sistémica y acumulación de placas amiloides.
Estrategias terapéuticas emergentes
- Probióticos y prebióticos: ciertas cepas bacterianas (Lactobacillus, Bifidobacterium) muestran efectos ansiolíticos y antidepresivos en estudios preliminares.
- Psicobióticos: término acuñado para describir microorganismos con beneficios directos en la salud mental.
- Trasplante de microbiota fecal: aunque en fase experimental, ha mostrado resultados prometedores en depresión resistente.
- Nutrición personalizada: dietas ricas en fibra, polifenoles y alimentos fermentados mejoran la diversidad microbiana y podrían tener efectos protectores sobre la mente.
Retos y futuro de la investigación
La conexión intestino-cerebro es un campo en plena expansión. Aún falta esclarecer mecanismos causales y determinar qué intervenciones son seguras y efectivas a largo plazo. No obstante, el reconocimiento de la microbiota como moduladora de la salud mental abre nuevas posibilidades terapéuticas más allá de los tratamientos farmacológicos tradicionales.
El futuro podría incluir diagnósticos psiquiátricos basados en perfiles microbianos y tratamientos personalizados que integren psicología, nutrición y microbiología.
Referencias
- Cryan, J. F., & Dinan, T. G. (2019). Mind-altering microorganisms: the impact of the gut microbiota on brain and behaviour. Nature Reviews Neuroscience, 13(10), 701–712.
- Morais, L. H., et al. (2021). The gut microbiota–brain axis in behaviour and brain disorders. Nature Reviews Microbiology, 19(4), 241–255.
- Sarkar, A., et al. (2016). Psychobiotics and the manipulation of bacteria–gut–brain signals. Trends in Neurosciences, 39(11), 763–781.
