
Redacción Mundo de la Salud
Introducción
La alimentación es uno de los principales determinantes de la salud, pero también constituye un factor clave en la sostenibilidad ambiental. En 2019, la Comisión EAT-Lancet propuso la “dieta planetaria” (Planetary Health Diet), un modelo de nutrición diseñado para equilibrar el bienestar humano con la protección de los ecosistemas.
A lo largo de los últimos años, diversos estudios han confirmado que este patrón alimentario reduce el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles, al tiempo que contribuye a disminuir el impacto ambiental de la producción de alimentos.
¿Qué es la dieta planetaria?
Se trata de un modelo dietético flexible que busca garantizar suficiente ingesta de nutrientes sin exceder los límites de sostenibilidad del planeta. Sus características principales son:
- Alto consumo de alimentos vegetales: frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales.
- Proteínas animales en cantidades moderadas: principalmente aves, pescado y lácteos, reduciendo drásticamente la carne roja.
- Límites en azúcares añadidos y grasas saturadas.
- Variedad cultural: permite adaptarse a diferentes tradiciones gastronómicas y contextos socioeconómicos.
Evidencia científica sobre beneficios
Un metaanálisis publicado en The Lancet Global Health en 2025 reveló que las personas que siguen este modelo reducen hasta en un 30% el riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, además de mostrar menor incidencia de diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
En términos ambientales, si la dieta planetaria se adoptara a escala global:
- Se reducirían en un 29% las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la agricultura.
- Se disminuiría en un 40% el uso de agua dulce.
- Se preservaría la biodiversidad mediante la reducción de la presión sobre suelos agrícolas.
Impacto en la salud pública
- Prevención de la obesidad y el sobrepeso: al priorizar alimentos de origen vegetal y fibra dietética.
- Mejor control de la hipertensión y la dislipidemia: gracias a la reducción de sodio, grasas trans y carnes procesadas.
- Aumento de la longevidad: vinculado a dietas equilibradas y bajas en proteínas animales de alto impacto ambiental.
Retos de implementación
- Accesibilidad económica: en regiones de bajos ingresos, el acceso a alimentos frescos puede ser limitado.
- Hábitos culturales: la reducción de carne roja choca con tradiciones alimentarias fuertemente basadas en proteína animal.
- Políticas públicas necesarias: subsidios a frutas, verduras y legumbres; regulación de la industria cárnica; educación alimentaria desde la infancia.
Perspectiva regional para América Latina
La dieta planetaria puede adaptarse perfectamente a la riqueza agrícola de América Latina, promoviendo:
- El consumo de legumbres tradicionales como frijoles, lentejas y garbanzos.
- El rescate de granos andinos como la quinoa y el amaranto.
- El uso de frutas tropicales de alta densidad nutricional (mango, papaya, guayaba).
La dieta planetaria no es solo una propuesta nutricional, sino una estrategia de salud global que vincula el bienestar humano con la preservación del medio ambiente. Adoptarla supone un cambio cultural que exige políticas públicas, educación alimentaria y compromiso social, pero sus beneficios son evidentes: una población más sana y un planeta más habitable.
📚 Referencias
- Willett, W. et al. (2019). Food in the Anthropocene: the EAT–Lancet Commission on healthy diets from sustainable food systems. The Lancet, 393(10170).
- Buzby, J. (2025). Meta-analysis confirms health and sustainability benefits of the Planetary Health Diet. The Lancet Global Health.
- Organización Mundial de la Salud (2023). Healthy diets from sustainable food systems.
- Springmann, M. et al. (2020). The global and regional health impacts of future food production under climate change. The Lancet Planetary Health, 4(5).
