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Alimentación ultraprocesada: los efectos adversos pueden aparecer en solo semanas, según nuevos estudios


Durante años se ha debatido sobre los riesgos de consumir alimentos ultraprocesados, pero la evidencia científica más reciente ha dejado poco margen para la duda: su impacto en el cuerpo humano puede manifestarse en cuestión de semanas. Investigaciones publicadas en 2025 en revistas como Cell Metabolism y The Lancet Public Health demuestran que incluso una exposición breve a dietas ricas en productos ultraprocesados genera alteraciones metabólicas, inflamatorias y cerebrales que aumentan el riesgo de obesidad, depresión y enfermedades cardiovasculares.


Redacción Mundo de la Salud


Qué se entiende por “ultraprocesado”

El término proviene de la clasificación NOVA, desarrollada por la Universidad de São Paulo, que agrupa los alimentos según su grado de procesamiento industrial. Los ultraprocesados son productos elaborados a partir de ingredientes refinados, aceites hidrogenados, aditivos, saborizantes y conservantes que poco o nada tienen que ver con su origen natural. Ejemplos cotidianos incluyen refrescos, snacks empaquetados, cereales azucarados, embutidos, galletas, comidas congeladas y productos listos para calentar.

Más allá del contenido calórico, lo preocupante es la disrupción metabólica que provocan en el organismo. Los aditivos y emulsificantes alteran el microbioma intestinal, generan picos glucémicos abruptos y promueven inflamación sistémica, mecanismos asociados con la mayoría de las enfermedades crónicas modernas.

El experimento de las cuatro semanas

Un ensayo clínico liderado por los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. en colaboración con la Universidad de Harvard, publicado en Cell Metabolism (2025), comparó a dos grupos de voluntarios adultos sanos: uno siguió una dieta basada en alimentos frescos y mínimamente procesados, y el otro consumió una dieta con un 80 % de productos ultraprocesados durante solo cuatro semanas.

Los resultados fueron impactantes:

  • El grupo ultraprocesado aumentó 2,1 kg en promedio, a pesar de recibir el mismo aporte calórico teórico.
  • Se observó un incremento del 30 % en marcadores inflamatorios, como la proteína C reactiva.
  • El microbioma intestinal perdió diversidad bacteriana, especialmente cepas asociadas con la producción de ácidos grasos de cadena corta beneficiosos.
  • A nivel cerebral, las imágenes de resonancia funcional mostraron una mayor activación del sistema de recompensa ante alimentos grasos y dulces, similar a la observada en el consumo de sustancias adictivas.

Daños más allá del metabolismo

Otra investigación internacional, coordinada por la Universidad de Zúrich y publicada en The Lancet Public Health (2025), analizó a 250 000 adultos de 20 países y concluyó que cada incremento del 10 % en la proporción de alimentos ultraprocesados en la dieta se asocia con un aumento del 15 % en el riesgo de mortalidad por cualquier causa. El efecto fue especialmente pronunciado en enfermedades cardiovasculares y trastornos del estado de ánimo.

Los mecanismos propuestos incluyen inflamación crónica de bajo grado, resistencia a la insulina, alteraciones del eje intestino-cerebro y una reducción sostenida de la calidad del sueño. También se detectaron variaciones hormonales relacionadas con la saciedad (como la leptina y la grelina), lo que explicaría la tendencia al sobreconsumo.

El papel del cerebro y la adicción alimentaria

Los científicos comienzan a hablar de “adicción a los ultraprocesados”. Los ingredientes diseñados para maximizar la palatabilidad —combinaciones precisas de azúcar, grasa y sal— activan los circuitos de dopamina del cerebro de manera comparable al tabaco o al alcohol. Esta respuesta de recompensa inmediata genera un patrón de consumo repetitivo y dificulta el autocontrol.

Un estudio del University College London mostró que las personas que consumen regularmente bebidas azucaradas y snacks procesados experimentan mayor ansiedad y menor regulación emocional, vinculadas a una menor conectividad funcional en áreas del cerebro relacionadas con la motivación y el control de impulsos.

Estrategias de mitigación

Los expertos advierten que reducir el consumo de ultraprocesados no significa eliminar todos los productos industriales, sino priorizar los alimentos frescos y preparados en casa. Políticas públicas de etiquetado frontal, impuestos a las bebidas azucaradas y campañas de educación nutricional están demostrando ser efectivas en países como Chile, México y España.

El concepto de “alimentación real” gana fuerza: frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y proteínas mínimamente procesadas. Incluso una reducción parcial —pasar de un 60 % a un 40 % de alimentos ultraprocesados en la dieta— puede revertir marcadores metabólicos en pocas semanas.

Conclusión

Los nuevos estudios confirman que los efectos negativos de los alimentos ultraprocesados no requieren décadas para manifestarse: pueden hacerlo en apenas un mes. Su consumo sostenido altera el metabolismo, la microbiota y la química cerebral, generando una dependencia silenciosa. Adoptar una alimentación más natural y consciente no solo mejora la salud física, sino también el bienestar mental y emocional.


Referencias

  • Hall KD et al. (2025). Short-term metabolic and neurobehavioral effects of ultra-processed diets: randomized crossover trial. Cell Metabolism.
  • Fiolet T et al. (2025). Ultra-processed foods and mortality: international cohort study (GLOBE-25). The Lancet Public Health.
  • Organización Mundial de la Salud (2024). Informe global sobre alimentación saludable y prevención de la obesidad.
  • Monteiro CA et al. (2024). The NOVA classification and its implications for public health nutrition. Public Health Nutrition.