
¿Alguna vez has comido mientras navegabas por internet y te diste cuenta de que apenas saboreaste nada? ¿O has encontrado tu pasta favorita extrañamente sosa después de una reunión estresante, pero deliciosa en una relajada noche de sábado?

Por Harmehak Singh
A menudo pensamos que el sabor proviene de los ingredientes y las técnicas de cocina. Pero el sabor no se limita al plato. Nuestras emociones, expectativas e incluso las personas que nos acompañan pueden influir en el sabor de la comida.
Esta conexión mente-comida es fundamental para la gastrofísica , un campo que estudia cómo nuestros sentidos, cerebro y estados mentales influyen en nuestra experiencia alimentaria. Una vez que comprendamos cómo funciona esto, podremos empezar a aplicar sencillos cambios psicológicos para que las comidas diarias tengan un sabor más intenso, más intenso y más satisfactorio, sin cambiar un solo ingrediente.
Comer conscientemente significa prestar atención a cada bocado; notar los sabores, las texturas, los aromas y las sensaciones en nuestro cuerpo mientras comemos.
Pero la mayoría de nosotros no comemos así. Comemos mientras navegamos, respondemos mensajes o vemos Netflix de fondo. Nuestra atención se divide, nuestros sentidos se embotan y entramos en modo «piloto automático». Masticamos rápido, tragamos automáticamente y perdemos los sutiles sabores y las señales de nuestro cuerpo que nos indican que estamos llenos. También perdemos el contacto con las señales de hambre de nuestro cuerpo, lo que aumenta la probabilidad de comer en exceso . Normalmente, el aumento de los niveles de grelina, la hormona del hambre, y las suaves contracciones estomacales nos alertan de que es hora de comer.
Pero la distracción hace que esos mensajes sean más fáciles de ignorar.
En esencia, nuestro cuerpo también cuenta con un sistema sofisticado que nos indica que debemos parar. Al comer, el estómago se expande y envía señales de saciedad al cerebro. Al mismo tiempo, se liberan hormonas como la leptina y la colecistoquinina , lo que crea una sensación de saciedad que se va acumulando a lo largo de la comida.
Cuando estamos distraídos, podemos perdernos esta delicada conversación hormonal.
Un estudio de 2011 descubrió que las personas que jugaban a un videojuego durante el almuerzo se sentían menos llenas después, recordaban menos de su comida y comían más bocadillos después. La distracción también debilita la memoria de haber comido, y cuando el cerebro olvida la comida, la buscará antes. El apetito, por lo tanto, no es solo una cuestión biológica. También está determinado por nuestra atención y memoria.
Por otro lado, reducir el ritmo mejora nuestra percepción sensorial . De repente, un tomate deja de ser simplemente «tomate», se vuelve dulce pero ácido, jugoso pero firme. El chocolate no solo sabe bien, sino que se derrite lentamente, amargo al principio, luego intenso y aterciopelado. La atención plena actúa como si subiéramos el volumen de nuestras papilas gustativas.
El estado de ánimo como potenciador del sabor
Las emociones negativas como el estrés, la ansiedad y la frustración pueden adormecer nuestra sensibilidad a los sabores agradables. Cuando estamos tensos, nuestro cuerpo prioriza la supervivencia, no el disfrute. Las hormonas del estrés limitan nuestra atención y las funciones basadas en el placer, como la apreciación del sabor, se dejan de lado. Por eso, la comida puede tener un sabor soso cuando estamos alterados.
En un experimento publicado en 2021, los participantes que vieron una película de terror sintieron más ansiedad y calificaron el jugo como menos dulce que quienes vieron una comedia o un documental. Los participantes que vieron la película de terror incluso bebieron más jugo que los demás, posiblemente intentando «encontrar» el dulzor que su cerebro suprimía. Estos efectos podrían estar relacionados con cambios fisiológicos, ya que la ansiedad puede influir en la actividad del sistema nervioso autónomo y en los niveles hormonales que afectan la percepción y el consumo del gusto.
Cuando nos sentimos tranquilos, seguros y socialmente conectados, ocurre lo contrario. Nuestro cerebro libera sustancias químicas que nos hacen sentir bien, como la dopamina y la serotonina, y la comida sabe mejor. Piensa en lo bien que sabe tu comida favorita cuando te ríes con amigos o comes en un festival.
Así que, si la cena de repente te sabe mal, puede que la receta no esté mal, pero tu sistema nervioso podría estar en un estado diferente. La próxima vez que hayas tenido un día pesado, intenta hacer una pausa de cinco minutos antes de comer. Pon música suave, respira hondo un par de veces o come con alguien que te relaje.
La comida es lo que piensas
Antes incluso de probar la comida, nuestro cerebro forma predicciones sobre su sabor. Y esas expectativas moldean lo que realmente saboreamos.
Las señales visuales son responsables de gran parte de este trabajo. Esperamos que los alimentos rojos sean dulces, que los verdes se sientan amargos o ácidos, y que los dorados y crujientes crujan. El sonido de un bocado crujiente envía una señal al cerebro de que la comida es fresca y satisfactoria.
La presentación también importa. Un emplatado elegante no es solo para Instagram. Cambia la percepción del gusto. En un estudio de 2024, la forma, el tamaño y el color del plato influyeron en el atractivo de un postre. Las características del plato también influyeron en su valor, e incluso en su sensación de modernidad o tradición. Los platos negros hacían que los postres parecieran más exquisitos y atractivos, mientras que los blancos los hacían más familiares y discretos. Incluso el peso de los cubiertos cambia nuestra experiencia. Unos cubiertos más pesados dan la impresión de que la comida es de primera calidad.
Nuestro sentido del olfato es otro factor. Cuando se tapó la nariz a personas con pinzas nasales para un experimento, una bebida dulce supo menos intensa y menos satisfactoria, lo que demuestra cómo el aroma influye en la experiencia completa del sabor. Precisamente por eso la comida resulta insípida cuando estamos resfriados o con la nariz tapada.
¿Qué significa todo esto para tu próxima comida? Significa que tienes más poder del que crees. Prueba a comer algo que te guste en un plato elegante. Presta atención a los colores. No tenemos que esperar el toque de un chef. Con un poco de psicología, podemos hacer que las comidas diarias sean más satisfactorias y placenteras.Proporcionado por
Este artículo se republica de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original .
