
Lo que ocurre en la piel suele tener un origen mucho más profundo. En mujeres que padecen inflamación crónica, dolor y lesiones cutáneas recurrentes, la raíz del problema puede estar relacionada con desequilibrios hormonales, inmunitarios y metabólicos.
por Escuela Superior Politécnica del Litoral
Este es el caso de la hidradenitis supurativa (HS), una afección que trasciende la dermatología y afecta gravemente la calidad de vida. En este contexto, la nutrición se convierte en una herramienta clave: no como una cura milagrosa, sino como un poderoso aliado para reducir los síntomas, controlar los brotes y recuperar el bienestar.
Se ha publicado un artículo que explica esto en el Journal of Translational Medicine .
Hormonas y piel: una conexión inflamatoria bajo la superficie
La HS afecta desproporcionadamente a las mujeres, especialmente en edad reproductiva. Las fluctuaciones hormonales relacionadas con el ciclo menstrual, el síndrome de ovario poliquístico (SOP) y afecciones metabólicas como la obesidad pueden agravar la enfermedad.
Hormonas como los andrógenos activan el inflamasoma, lo que promueve una cascada inflamatoria crónica en la piel. Este desequilibrio hormonal no solo desencadena lesiones, sino que también afecta el bienestar emocional de los pacientes.
La relación con la salud mental es innegable: los síntomas físicos se combinan con altos niveles de ansiedad, depresión y disfunción sexual, lo que agrava el impacto de la enfermedad en la vida diaria. Por lo tanto, comprender y modular los factores hormonales y metabólicos, incluida la dieta, es esencial para mejorar la evolución clínica de la HS.
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Una dieta antiinflamatoria es más que una moda: es una estrategia con respaldo científico para controlar la HS. La evidencia actual demuestra que la dieta mediterránea —rica en verduras, frutas, legumbres, pescado azul, aceite de oliva y baja en carnes rojas y azúcares— puede modular la inflamación sistémica y reducir la gravedad de la enfermedad.

Las investigaciones destacan que las mujeres con HS que siguen una dieta mediterránea o hipocalórica mejoran significativamente sus síntomas. Esto se relaciona con reducciones en el índice de masa corporal (IMC), marcadores inflamatorios como el TNF-α y cambios positivos en la microbiota intestinal .
Además, una dieta cetogénica muy baja en calorías (VLCKD) ha demostrado beneficios en mujeres con HS y obesidad. En un estudio, una intervención de 12 semanas con VLCKD no solo redujo la gravedad de la HS (medida con la puntuación IHS4), sino que también mejoró la función metabólica. Este tipo de dieta reduce la insulina circulante y puede ayudar a controlar el hiperandrogenismo, lo cual es especialmente beneficioso para pacientes con SOP asociado.
Otro hallazgo importante se relaciona con el papel de la microbiota intestinal y sus metabolitos. Se ha demostrado que las personas con HS presentan disbiosis intestinal, con una menor diversidad de bacterias beneficiosas y una mayor presencia de especies proinflamatorias.
Este desequilibrio promueve la producción de compuestos como el N-óxido de trimetilamina (TMAO), vinculado a una mayor inflamación sistémica y una mayor gravedad de la enfermedad. Una dieta rica en fibra prebiótica y polifenoles, y baja en carnes procesadas, puede ayudar a restablecer el equilibrio microbiano.
Además, la nutrición puede ayudar a reducir la carga de productos finales de glicación avanzada (AGEs), compuestos proinflamatorios, especialmente al limitar el consumo de alimentos ultraprocesados y los métodos de cocción a altas temperaturas. Los AGEs se han asociado con el empeoramiento de afecciones cutáneas inflamatorias como la HS.

La nutrición como parte de un enfoque terapéutico integrado
Si bien no existe una dieta universal para la HS, lo que sí es evidente es que adaptar los patrones dietéticos a las necesidades inflamatorias, hormonales y metabólicas de cada paciente es crucial para el control clínico a largo plazo. Esto requiere orientación nutricional profesional, con planes personalizados que vayan más allá del control de peso e incluyan la salud intestinal, la regulación hormonal y el bienestar emocional.
No basta con tratar la piel; debemos tratar todo el cuerpo. Una nutrición adecuada puede ser una herramienta poderosa para restaurar la calidad de vida, mejorar la respuesta al tratamiento médico y devolver a los pacientes el control de su salud.
Abordar la HS en mujeres implica mirar más allá de las lesiones cutáneas. La dieta, el metabolismo, la microbiota y las hormonas están profundamente interconectados en esta enfermedad. La nutrición no es un complemento menor, sino un pilar fundamental en el abordaje terapéutico integral que estas pacientes merecen.
Más información: Anna Dattolo et al., Más allá de la piel: aspectos endocrinos, psicológicos y nutricionales en mujeres con hidradenitis supurativa, Journal of Translational Medicine (2025). DOI: 10.1186/s12967-025-06175-1
