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Microplásticos y salud humana: ¿están ya dentro de nosotros?


Durante décadas, el plástico ha sido sinónimo de progreso. Ligero, barato y resistente, se infiltró en cada aspecto de la vida moderna: envases, textiles, cosméticos, electrónica. Pero ese éxito tiene un costo invisible. Hoy, los científicos están detectando fragmentos microscópicos —los microplásticos— en el aire que respiramos, el agua que bebemos y, cada vez más, dentro del cuerpo humano.


Redacción Mundo de la Salud


En 2025, un grupo internacional de investigadores publicó un hallazgo inquietante: microplásticos en muestras de cerebro humano. Fue la primera evidencia directa de que esas partículas no solo se alojan en pulmones o sangre, sino que pueden atravesar la barrera hematoencefálica, una estructura diseñada precisamente para proteger el sistema nervioso de agentes externos.

¿Cómo llegan hasta allí?

Los microplásticos (<5 milímetros) y nanoplásticos (<1 micra) se generan por la fragmentación de productos más grandes —botellas, neumáticos, ropa sintética— o se fabrican directamente en tamaño diminuto para cosméticos y pastas dentales. Una persona promedio ingiere o inhala entre 39.000 y 74.000 partículas de microplástico al año, según estimaciones de la Universidad de Newcastle (2024).
Una vez dentro, el cuerpo tiene pocas herramientas para eliminarlos. Los más pequeños pueden penetrar tejidos, viajar en el torrente sanguíneo y acumularse en órganos vitales.

Lo que sabemos hasta ahora

Los estudios en animales muestran que las partículas plásticas pueden provocar inflamación, estrés oxidativo y alteraciones metabólicas. En humanos, la evidencia aún es emergente, pero varios trabajos han detectado microplásticos en placenta, hígado, riñón, pulmones y sangre.
En marzo de 2025, un artículo en The Guardian alertó que los niveles de microplásticos en el cerebro humano “podrían estar aumentando rápidamente”. Las muestras analizadas en necropsias recientes contenían polietileno, polipropileno y tereftalato de polietileno (PET), los mismos plásticos presentes en envases y textiles.

¿Debemos preocuparnos?

Aún no hay consenso sobre la toxicidad directa de los microplásticos en humanos. Lo preocupante no es solo su presencia física, sino los aditivos químicos y metales pesados que transportan, así como su capacidad para alterar el microbioma intestinal y actuar como vectores de bacterias patógenas.
Los científicos advierten que la acumulación crónica podría contribuir a inflamación sistémica, trastornos endocrinos y riesgo cardiovascular, aunque los mecanismos precisos siguen bajo estudio.

Qué podemos hacer

  • Evitar calentar alimentos en envases plásticos. El calor acelera la liberación de partículas.
  • Usar agua filtrada o embotellada en vidrio o acero inoxidable.
  • Lavar la ropa sintética con bolsas filtrantes. Una sola carga libera miles de microfibras al drenaje.
  • Reducir el consumo de plásticos de un solo uso y apoyar políticas de reciclaje efectivo.

El plástico, símbolo del siglo XX, podría convertirse en una de las amenazas sanitarias del XXI. La evidencia apenas empieza, pero el sentido común ya ofrece una conclusión clara: menos plástico, mejor salud.


Referencias:

  • The Guardian. Levels of microplastics in human brains may be rapidly rising, study suggests. Londres, febrero de 2025.
  • The Guardian. The plastic inside us: how microplastics may be reshaping our bodies and minds. Reportaje especial, 2025.
  • World Health Organization (WHO). Microplastics in drinking-water: update 2024. Ginebra: OMS, 2024.
  • Wright, S. L. et al. Human ingestion and inhalation of microplastics: an emerging concern. Environmental Science & Technology, 2024.
  • University of Newcastle (Australia). Annual microplastic exposure estimates for humans. Informe técnico, 2024.