
Es casi medianoche en un día de escuela. La luz de tu hijo adolescente sigue encendida. Quizás esté terminando la tarea, navegando en las redes sociales o enviando mensajes a sus amigos.
por Rosalind Ge y Vanessa Cropley, Universidad de Melbourne
Sabes que necesitan descansar, pero conseguir que dejen el teléfono y se duerman parece imposible. ¿Te suena?
Para muchas familias, el sueño se convierte en uno de los primeros campos de batalla de la adolescencia. Los padres se sienten atrapados entre imponer normas y respetar la creciente independencia de sus hijos adolescentes.
Mientras tanto, los adolescentes están atravesando una tormenta perfecta de cambios biológicos, presiones sociales y exigencias académicas mientras intentan descubrir hábitos saludables por su cuenta.
Como investigadores y padres , queríamos comprender: ¿Cómo influye el entorno familiar en el sueño de los adolescentes? ¿Y qué pueden hacer los padres para ayudar, sin culpa ni luchas de poder?
¿Cómo podemos apoyar mejor el sueño de los adolescentes?
Sabemos desde hace años que dormir bien durante la adolescencia es crucial . Dormir mal afecta todo, desde el rendimiento académico hasta el bienestar emocional, y hasta el 70 % de los adolescentes experimenta algún tipo de dificultad para dormir.
La etapa de la adolescencia temprana es un momento particularmente vulnerable, que abarca desde los 10 a los 13 años. Es un momento de enormes cambios físicos y neurológicos , cuando los cuerpos y los cerebros se desarrollan rápidamente y las hormonas cambian.
Las investigaciones han demostrado sistemáticamente que el entorno familiar desempeña un papel crucial en el desarrollo de los adolescentes , desde el rendimiento académico y la salud mental hasta las relaciones sociales y el bienestar general . Esto también aplica al sueño adolescente.
Estudios previos sugieren que aspectos de la crianza —como la calidez, la supervisión, los conflictos familiares y la salud mental parental— están relacionados con la calidad del sueño de los adolescentes. Sin embargo, esta investigación se ve limitada al examinar el sueño de los adolescentes y la crianza simultáneamente, a menudo basándose en encuestas autoadministradas.
Todavía no sabemos cómo se desarrollan estas relaciones a lo largo de los años ni qué factores podrían realmente cambiarse.
Lo que es más importante, no hemos entendido cómo la dinámica familiar se traduce en problemas de sueño.
¿Acaso otros factores, como la capacidad de un adolescente para gestionar sus emociones o el tiempo que pasa con los dispositivos electrónicos, actúan como puentes entre la vida familiar y el sueño? ¿Reaccionan los niños y las niñas de forma diferente a los mismos entornos familiares?
Cómo el entorno familiar impacta el sueño de los adolescentes
Para responder a estas preguntas, nuestro equipo de la Universidad de Melbourne y la Universidad de Monash adoptó un enfoque diferente.
Para nuestro artículo publicado en JAMA Network Open , analizamos datos de más de 3.400 adolescentes jóvenes que participaron en el Estudio del Desarrollo Cognitivo y del Cerebro Adolescente (ABCD) en los Estados Unidos, uno de los estudios a largo plazo más grandes sobre el desarrollo del cerebro adolescente jamás realizado.
Los seguimos desde los 9-11 años hasta los 13-14 años, rastreando cómo el entorno familiar temprano impactó los patrones de sueño de los adolescentes cuatro años después.
En lugar de confiar únicamente en los autoinformes, utilizamos la actigrafía a través de dispositivos Fitbit para medir objetivamente los patrones de sueño, al tiempo que recopilamos encuestas detalladas de padres y adolescentes en múltiples momentos.
También examinamos otros dos factores: la capacidad de los adolescentes para regular sus emociones y el uso de la pantalla (medido entre los 12 y 13 años).
Influencia de los padres en el sueño de los adolescentes
Descubrimos que el entorno familiar importa incluso más de lo que muchos padres creen.
Los jóvenes que experimentaron niveles más altos de conflicto familiar (incluidas discusiones, tensión e interacciones negativas en el hogar) o cuyos padres tuvieron problemas con su propia salud mental tuvieron más probabilidades de desarrollar problemas de sueño a medida que avanzaban hacia la adolescencia.
Estas dificultades se manifestaron en forma de peor calidad del sueño, patrones de «noctámbulo» y retraso en el horario de sueño.
Pero hay una otra cara igualmente importante.
La calidez y el control de los padres (controlar regularmente, establecer límites claros y mantener una comunicación abierta) se asociaron con un sueño de mejor calidad o una tendencia a dormir más temprano, a menudo descrito como un patrón de «mañanero».
No se trataba de vigilancia ni de aplicación estricta de la ley, sino del tipo de crianza comprometida y comprensiva que ayuda a los adolescentes a sentirse seguros mientras aprenden a administrar sus propios horarios.
Curiosamente, las niñas parecían especialmente receptivas al calor de sus padres.
Tener una relación cálida y de apoyo con los padres estuvo fuertemente vinculado con horarios de sueño más saludables, lo que sugiere que la calidad emocional de las relaciones familiares puede ser aún más importante para las niñas que transitan la adolescencia.
Pero la historia no termina ahí. Nuestros hallazgos sugieren que la regulación emocional y el uso de pantallas actúan como vías que vinculan el entorno familiar con el sueño.
En familias que los apoyaban, los adolescentes eran más capaces de gestionar el estrés y menos propensos a usar pantallas a altas horas de la noche para lidiar con sentimientos difíciles. En hogares con más conflictos, los adolescentes recurrían a sus dispositivos con más frecuencia, lo que dificultaba aún más conciliar el sueño.
Este hallazgo desmiente la idea generalizada de que las pantallas son simplemente un enemigo del sueño. En cambio, el uso excesivo de pantallas por la noche a menudo parece ser un síntoma de problemas más profundos.
Por lo tanto, simplemente prohibir los dispositivos o imponer normas estrictas sobre el tiempo de pantalla puede ser completamente contraproducente. Si no abordamos los problemas emocionales subyacentes ni las dinámicas familiares, los adolescentes podrían simplemente buscar otras maneras de evitar dormir.
Qué significan estos resultados para las familias
Estos hallazgos transmiten un mensaje importante para los padres: ustedes tienen más influencia de la que creen, pero no en las formas en las que tradicionalmente nos hemos centrado.
El entorno familiar que usted crea no sólo influye en el bienestar inmediato de su hijo adolescente, sino también en su capacidad para dormir bien.
Crear calidez sin asfixiar: Una crianza cálida significa que tu hijo adolescente sabe que estás disponible, interesado en su vida y de su lado. Las conversaciones frecuentes, el interés genuino y el afecto físico son fundamentales.
Cómo abordar el estrés familiar: si en su hogar se enfrenta a un conflicto constante o si usted tiene dificultades con su propia salud mental , abordar estos desafíos no solo es bueno para usted, sino que es una inversión en el bienestar de su hijo adolescente.
Esto podría significar asesoramiento familiar, apoyo para padres o tratamiento para su propio estrés o ansiedad.
Desarrollando juntos la regulación de las emociones: ayude a su adolescente a desarrollar un conjunto de herramientas para manejar el estrés más allá de la distracción.
Esto podría incluir actividad física, expresión creativa, atención plena o simplemente hablar de las cosas. Y es importante que tú mismo modeles estas estrategias.
Replanteando la conversación sobre la pantalla: en lugar de ver las pantallas como el enemigo, considérelas como una ventana al mundo emocional de su adolescente.
Si su hijo adolescente está pegado a su dispositivo hasta altas horas de la noche, vale la pena preguntarle por qué .
¿Están estresados por la escuela? ¿Tienen dificultades con sus sentimientos? Abordar la necesidad subyacente puede ser más efectivo que simplemente quitarles el dispositivo.
Pensando en el futuro
Nuestro estudio se suma a la creciente evidencia de que la salud del sueño de los adolescentes tiene que ver fundamentalmente con las relaciones y el entorno familiar en general , no sólo con la modificación del comportamiento.
Para los padres que enfrentan estos desafíos: sean amables con ustedes mismos.
Crear un ambiente familiar cálido y comprensivo mientras gestionas tu propio estrés no siempre es fácil. Pero cada paso que das para fortalecer tus relaciones y ayudar a tu hijo adolescente a gestionar sus emociones es una inversión en su sueño y su bienestar futuro.
Más información: Rosalind Ge et al., Factores parentales modificables y sueño adolescente durante la adolescencia temprana, JAMA Network Open (2025). DOI: 10.1001/jamanetworkopen.2025.31333
