
El cáncer infantil representa alrededor del 3% de todos los tumores, pero es la principal causa de muerte por enfermedad en niños y adolescentes. Aunque los avances terapéuticos han elevado las tasas de supervivencia, la investigación actual busca terapias más específicas, menos tóxicas y adaptadas al perfil genómico de cada paciente.
Redacción Mundo de la Salud
Epidemiología y tipos más frecuentes
- Leucemias (30% de los casos): la leucemia linfoblástica aguda (LLA) es el cáncer más común en niños, con supervivencias superiores al 85% en países desarrollados.
- Tumores del sistema nervioso central (20%): incluyen meduloblastomas, astrocitomas y gliomas de alto grado.
- Neuroblastoma: tumor embrionario del sistema nervioso simpático, característico de lactantes.
- Sarcomas óseos (osteosarcoma, Ewing): típicos de adolescentes en crecimiento.
- Linfomas pediátricos (Hodgkin y no Hodgkin).
Diagnóstico: la clave de la detección precoz
El diagnóstico temprano es difícil porque los síntomas iniciales suelen ser inespecíficos (fiebre prolongada, palidez, pérdida de peso, dolores óseos).
Las herramientas actuales incluyen:
- Neuroimagen avanzada (RMN, PET-CT).
- Estudios inmunofenotípicos y citogenéticos en leucemias.
- Biopsias guiadas por imagen para tumores sólidos.
- Secuenciación genética y análisis molecular que permiten identificar mutaciones específicas.
Avances en terapias
- Quimioterapia optimizada: esquemas más cortos y con menor toxicidad acumulada.
- Inmunoterapia:
- Terapias CAR-T aprobadas para leucemias refractarias.
- Anticuerpos monoclonales dirigidos contra dianas tumorales (ej. anti-GD2 en neuroblastoma).
- Terapias dirigidas: inhibidores de ALK en neuroblastoma, inhibidores de BRAF en gliomas pediátricos.
- Radioterapia de protones: más precisa, con menos daño en tejidos en crecimiento, ideal para tumores cerebrales.
- Medicina de precisión: uso de plataformas genómicas para seleccionar tratamientos individualizados.
Secuelas y retos a largo plazo
La supervivencia supera el 80% en países con sistemas de salud avanzados, pero los efectos a largo plazo incluyen:
- Alteraciones cognitivas tras radioterapia cerebral.
- Infertilidad y cardiotoxicidad por quimioterapia.
- Mayor riesgo de segundos tumores en la adultez.
Esto plantea la necesidad de programas de seguimiento integral que acompañen al paciente mucho más allá de la curación.
Futuro de la oncología pediátrica
El camino apunta hacia:
- Terapias más selectivas y menos agresivas.
- Uso de biomarcadores genéticos para predecir respuesta a tratamientos.
- Ensayos clínicos pediátricos internacionales, que permitan acceso equitativo a nuevas terapias.
- Apoyo psicosocial integral, porque el cáncer infantil impacta no solo al niño, sino a toda la familia.
