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El riesgo de suicidio aumenta entre los adultos jóvenes con discapacidad


El suicidio sigue siendo una de las crisis de salud pública más acuciantes que afectan a los adultos jóvenes hoy en día, con consecuencias devastadoras. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el suicidio es actualmente la tercera causa principal de muerte entre las personas de 18 a 25 años, con un aumento del 51 % en las muertes por suicidio entre 2000 y 2021.
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por la Universidad Atlántica de Florida


Si bien esta tendencia es profundamente preocupante para la población en general, es aún más alarmante para los adultos jóvenes que viven con discapacidades intelectuales y del desarrollo (IDD), un grupo que durante mucho tiempo ha sido ignorado en los esfuerzos de prevención del suicidio .

Una investigación de la Universidad Atlántica de Florida y sus colaboradores, publicada en la revista Current Psychology , arroja luz sobre la creciente preocupación por la conducta suicida entre los adultos jóvenes con discapacidad intelectual y del desarrollo (DID) y las importantes deficiencias en las respuestas de salud pública existentes. Los investigadores realizaron una revisión exhaustiva de la literatura para explorar los factores de riesgo elevados, los marcos teóricos y las estrategias prácticas de prevención que se necesitan con urgencia para abordar el suicidio en esta población vulnerable.

«Durante mucho tiempo, ha existido la idea errónea de que las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo están, de alguna manera, protegidas del suicidio debido a limitaciones cognitivas percibidas», afirmó el Dr. Alexander M. Fields, autor principal y profesor adjunto de formación de consejeros en la Facultad de Educación de la FAU.

Sin embargo, datos recientes muestran claramente que los adultos jóvenes con discapacidad intelectual pueden enfrentar un mayor riesgo de suicidio debido al aislamiento social , el abuso, el trauma y el acceso limitado a atención y educación adecuadas.

Los investigadores identifican múltiples factores contribuyentes que pueden elevar el riesgo de suicidio en personas con IDD, entre ellos:

  • Falta de acceso a la educación o a oportunidades de empleo
  • Altas tasas de trauma, abuso y acoso escolar
  • Mayor dependencia de los cuidadores
  • Impulsividad y desregulación emocional
  • Exclusión social y estigma

Una barrera clave para una prevención eficaz es la sobreestimación del diagnóstico, donde los síntomas de trastornos de salud mental se atribuyen erróneamente a la discapacidad de la persona, lo que lleva a un infradiagnóstico o diagnóstico erróneo de ideación suicida. Además, las herramientas estándar de detección del suicidio suelen ser inadecuadas para el desarrollo de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, lo que agrava aún más el problema.

Para superar esta brecha crítica, la investigación se basa en dos modelos teóricos —el Modelo de la Vía Conductual (BPM) y el Modelo del Barómetro Suicida (SBM)— para proponer un enfoque más inclusivo para evaluar y gestionar el riesgo de suicidio en esta población. Estos modelos se ilustraron mediante el caso ficticio de «Anthony», un joven de 21 años con autismo y discapacidad intelectual leve, lo que demuestra cómo los marcos estructurados pueden guiar las estrategias de prevención en el mundo real.

«Nuestro objetivo es dotar a los cuidadores y profesionales de la asistencia con herramientas prácticas y conocimientos para identificar señales de advertencia, realizar evaluaciones efectivas e implementar intervenciones específicas», afirmó Fields.

Esto incluye capacitación en estrategias de comunicación, el uso adecuado de herramientas de evaluación adaptadas y el reconocimiento de que los signos de suicidio pueden presentarse de manera diferente en personas con discapacidades más graves.

Los investigadores también debaten recomendaciones sobre políticas y salud pública para apoyar a los adultos jóvenes con discapacidad intelectual, entre ellas:

  • Capacitación a los proveedores de atención médica sobre los factores de riesgo de suicidio específicos de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo
  • Desarrollo y validación de herramientas de detección sensibles a las diferencias cognitivas y comunicativas
  • Garantizar que las líneas directas de crisis y los servicios de emergencia sean accesibles y estén adaptados a las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo.
  • Establecer redes de apoyo comunitarias para reducir el estigma y el aislamiento
  • Financiar investigaciones adicionales para desarrollar intervenciones inclusivas y basadas en evidencia

Este llamado a la acción es particularmente urgente, ya que el acceso a los servicios de salud mental sigue siendo limitado para la población con discapacidad intelectual y del desarrollo, a pesar del aumento del riesgo de suicidio. Los investigadores abogan por una mayor inversión en infraestructura clínica y de salud pública para apoyar las iniciativas de prevención a largo plazo.

«La prevención eficaz del suicidio en adultos jóvenes con discapacidad intelectual y del desarrollo exige más que adaptar los modelos existentes; requiere una redefinición integral de cómo evaluamos, apoyamos y protegemos a estas personas», afirmó Fields. «Desde las intervenciones escolares hasta la capacitación de profesionales de la salud, todos los niveles del sistema deben ser parte de la solución».

Esta investigación marca un avance significativo en la investigación sobre la prevención del suicidio al priorizar las necesidades de las personas que con demasiada frecuencia quedan excluidas de la conversación. Con atención, colaboración e innovación constantes, los investigadores creen que es posible revertir la situación y construir un sistema de apoyo a la salud mental más inclusivo.

Los coautores del estudio son Olivia J. Lewis, Ph.D., Universidad Estatal de Oregón; Rebecca B. Smith-Hill, Ph.D., Universidad de Carolina del Sur; Megan Reynolds, Ph.D., Universidad Commonwealth de Virginia; Rachel Gilreath, Ph.D., Universidad de Wisconsin-Oshkosh; y Madeline Castle, Ph.D., Universidad Estatal de Mississippi.

Más información: Alexander M. Fields et al., Prevención e intervención del suicidio en adultos jóvenes con discapacidades intelectuales y del desarrollo: consideraciones para cuidadores y profesionales de la salud, Current Psychology (2025). DOI: 10.1007/s12144-025-07900-1