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Descubriendo pistas conductuales sobre el maltrato infantil


El maltrato infantil deja huellas profundas y duraderas con consecuencias de gran alcance, que van más allá del trauma inmediato y afectan a los sobrevivientes de maneras a menudo invisibles e incomprendidas. Muchos sobrevivientes a menudo enfrentan una compleja combinación de desafíos que impactan no solo su bienestar mental, sino también su salud física, su desarrollo social y su calidad de vida en general.
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por la Universidad de Fukui


Los estudios han demostrado que las consecuencias del maltrato infantil pueden ser realmente profundas, influyendo en el riesgo de enfermedades crónicas y obstaculizando las oportunidades educativas y laborales, así como las relaciones a lo largo de la vida. Sin embargo, a pesar de la gravedad de sus efectos, la mayoría de los estudios sobre el maltrato infantil han sido retrospectivos, centrándose en adultos que recuerdan sus experiencias infantiles. Esto deja importantes lagunas en nuestra comprensión de cómo el maltrato afecta a los niños a medida que se desarrolla.

Además, las evaluaciones tradicionales de trauma suelen implicar interrogar directamente a los niños sobre sus experiencias dolorosas, lo que puede aumentar el estrés psicológico de estas personas, ya de por sí vulnerables. Como resultado, los profesionales sanitarios suelen tener dificultades para detectar y abordar plenamente los amplios efectos del maltrato en tiempo real.

Utilizando un método más integral para comprender las consecuencias del maltrato infantil, un equipo de investigación de la Escuela de Posgrado Unida de Desarrollo Infantil de Japón, que incluye la Universidad de Osaka, la Universidad de Kanazawa, la Facultad de Medicina de la Universidad de Hamamatsu, la Universidad de Chiba y la Universidad de Fukui, ha utilizado un cuestionario menos invasivo psicológicamente para encontrar respuestas. Este estudio fue dirigido por el estudiante de posgrado Takuya Makino e incluyó a los investigadores Dr. Shota Nishitani, Dr. Shinichiro Takiguchi, Sra. Akiko Yao, Dr. Takashi X. Fujisawa y Dr. Akemi Tomoda de la Universidad de Fukui.

En este estudio, el equipo demostró cómo una herramienta de evaluación conductual ampliamente utilizada puede identificar con precisión el maltrato sin interrogar directamente a los niños sobre experiencias traumáticas. Sus hallazgos se publicaron en Frontiers in Child and Adolescent Psychiatry el 8 de mayo de 2025.

Al explicar la razón detrás de esto, Makino, el autor principal de este estudio, dice: «A menudo tratamos con personas que han sido diagnosticadas con depresión, trastorno bipolar o trastorno del espectro autista, pero al revisar cuidadosamente sus historiales médicos, descubrimos que alguna vez fueron niños maltratados. Las dificultades que presentan son multifacéticas y, a menudo, nos resultan confusas. En este contexto, nos propusimos identificar sus dificultades de forma más exhaustiva, a la vez que profundizamos en ellas».

El primer gráfico (A) muestra la relación calculada entre la edad a la que ocurre el maltrato infantil y el tipo de problemas de conducta que surgen. El segundo gráfico (B) muestra la relación calculada entre el tipo de maltrato y los problemas de conducta. Crédito: Takuya Makino de la Universidad de Fukui, Japón. Enlace a la fuente: https://www.frontiersin.org/journals/child-and-adolescent-psychiatry/articles/10.3389/frcha.2025.1493432/full

El equipo utilizó la Lista de Verificación del Comportamiento Infantil (CBCL), un cuestionario no invasivo completado por cuidadores no involucrados en casos de maltrato, para evaluar los problemas conductuales y emocionales de los niños en ocho categorías. La CBCL mide problemas como el retraimiento, la ansiedad, las dificultades de atención y la agresión, basándose en las observaciones cotidianas de los cuidadores. Compararon a 32 niños con antecedentes confirmados de maltrato con 29 niños con un desarrollo normal, evaluados mediante el cuestionario CBCL 4-18.

Este enfoque permitió al equipo identificar problemas conductuales y emocionales específicos relacionados con el maltrato infantil y desarrollar modelos matemáticos que permitieran predecir la exposición de un niño al maltrato. También investigaron cómo el momento y el tipo de maltrato afectaban a resultados conductuales específicos.

Los resultados revelaron que los niños maltratados obtuvieron puntuaciones significativamente más altas en siete de ocho áreas problemáticas de conducta en comparación con sus compañeros, especialmente en pensamientos obsesivos, dificultades de atención y síntomas de ansiedad y depresión. Utilizando las puntuaciones del CBCL, los investigadores desarrollaron un modelo predictivo que identificó a los niños maltratados con una precisión del 90,6 % y una especificidad del 96,6 %.

El estudio también reveló patrones temporales cruciales. Por ejemplo, el abuso o la negligencia a los cinco años se asoció particularmente con el retraimiento y los problemas de pensamiento, mientras que el maltrato entre los cinco y los siete años se asoció más con quejas somáticas (síntomas físicos como dolores de cabeza o de estómago sin causa médica). Cabe destacar que el tipo de abuso también fue importante: el abuso físico se relacionó más con problemas de conducta y quejas somáticas, mientras que el abuso emocional se relacionó con la ansiedad, la depresión y los pensamientos obsesivos.

Estos hallazgos tienen el potencial de transformar la forma en que los profesionales de la salud identifican y apoyan a los niños maltratados. Dado que el CBCL no exige que los niños hablen directamente de sus experiencias traumáticas, ofrece una herramienta menos intrusiva, pero integral, para reconocer a quienes lo necesitan.

«Nuestro estudio es una llamada de atención para que los médicos miren más allá de los síntomas específicos del trauma», afirma Makino. «Dado que los diferentes tipos de maltrato dan lugar a diferentes problemas, esta perspectiva puede orientar intervenciones más sofisticadas y específicas».

Se espera que la investigación continua en este campo capacite mejor a los profesionales para brindar el apoyo adecuado que aborde las necesidades específicas de cada niño. Con el tiempo, esto podría ayudar a romper el ciclo de consecuencias a largo plazo que a menudo se extienden hasta la edad adulta para los sobrevivientes.

Más información: Takuya Makino et al., Evaluación de la exposición al maltrato infantil mediante la lista de verificación de conducta infantil, Frontiers in Child and Adolescent Psychiatry (2025). DOI: 10.3389/frcha.2025.1493432