El cáncer de ovario es muy agresivo y no está respondiendo a las inmunoterapias. Cada año se detectan 240 mil casos nuevos en el mundo. Hace tiempo que expertos vienen indagando sobre las razones por las que estos tratamientos no resultan efectivos para esta patología oncológica.
Ahora, científicos del Conicet junto con referentes de Weill Cornell University, de Nueva York, lograron contestar este interrogante. Y fueron por más: tienen una nueva estrategia terapéutica que permitiría tratar este tipo de tumores.
“Cada tumor tiene distintos mecanismos de evasión, de escape. La inmunoterapia logra, en algunos casos, bloquear estos mecanismos para que los linfocitos (las células que nos defienden) puedan actuar. Eso está pasando en casos de cáncer de pulmón, melanoma y linfoma de Hodgkin, entre otros. No así con el cáncer de ovario”, explica a Clarín Gabriel Rabinovich, bioquímico e investigador superior del Conicet.
Rabinovich y Juan Pablo Cerliani, investigador adjunto del Conicet, lograron entender el proceso por el que los linfocitos se paralizan o quedan “exhaustos” frente a estos tumores. “Cuando los linfocitos se acercan al cáncer, éste produce factores solubles que afectan el transportador de glucosa a las células (Glut 1)”, agrega Rabinovich.
Los linfocitos necesitan de esa glucosa para la función respiratoria de la mitocondria, un componente vital de la célula para generar energía y evitar que se paralice. Las complicaciones sobre el transportador impiden este mecanismo.
Existe un plan b para alimentar la mitocondria y lograr un efecto similar al de la glucosa, que se da a partir de la entrada a la célula de un aminoácido llamado glutamina. El problema es que “por la falta de ingreso de glucosa no se logra la glicosilación de las proteínas y esto hace que la célula sufra estrés y no permita el ingreso del plan b: la glutamina”, suma Rabinovich.
“Lo que nosotros descubrimos ahora es que hay dos genes IRE1α y XBP-1 que gobiernan este estrés, que se conoce como estrés de retículo endoplasmático. En este sentido es que diseñamos una posible terapia que inhibe estos genes y permite que la glutamina ingrese. En este escenario, la mitocondria funcionaría, el linfocito recibiría la energía necesaria y, en principio, estaría en condiciones de combatir el tumor”, afirma Rabinovich.
En la actualidad, el cáncer de ovario “se trata con cirugía y quimioterapia endovenosa o intraperitoneal”, explica Federico Bianchi, jefe de sección de Ginecología Oncológica del Hospital Alemán. “Lo sufren unas 240 mil personas al año. Tres de cada cuatro son diagnosticadas en estadíos avanzados. Esto tiene que ver con que no contamos con un método de detección precoz como sí ocurre con el cáncer de mama o de cuello uterino, por ejemplo”, detalla Bianchi a este diario y asegura que, por esto, las mujeres llegan a una consulta cuando ya tienen síntomas como malestar o distensión abdominal.
Consultado sobre la investigación de la que formaron parte los argentinos, Bianchi aseguró que celebra la noticia. “Lo ideal sería que haya un método de detección precoz porque siempre lo primero es prevenir. Dicho eso, me parece perfecto que se avance para contar con nuevas estrategias terapéuticas”, sostuvo.
El trabajo, publicado en la revista científica Nature, fue liderado por Juan Cubillos-Ruiz, de Weill Cornell University. También colaboraron Laurie Glimcher, del Dana Farber Cancer Institute de Boston; José Conejo García, del Moffit Cancer Institute, en Tampa.
Rabinovich, que forma parte del Instituto de Biología y Medicina Experimental, viene trabajando en la temática escape tumoral desde hace 20 años en el laboratorio de inmunopatologías apoyado por la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica de la Nación y la fundaciones Sales y Bunge & Born.
Fuente: clarín.com
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